
Esta silla parece un simple elemento de decoración, pero en realidad esconde mucho más. De hecho podríamos definirla como el pedígrafo o la máquina de la verdad de las flatulencias. El invento intenta atajar un problema mundial: el de los “gases ninja”. Este tipo de desfogamientos de esfínter no dispone de ningún tipo de resonancia que permita identificar su fuente, sino que es percibido de forma subversiva. El resultado: sospechas, paranoia, malentendidos, acusaciones a inocentes…desconfianza en general. Si esto ocurre en una reunión de trabajo la cosa puede volverse tensa y hacer que se dé mal ambiente entre dos empresas. Aquí es donde entra The Silent Farter Chair, anunciando el origen a través de la amplificación del inexistente sonido gaseoso. Va a ser cierto eso de que la confianza da asco