Cuando los perros muerden con fruición trapos y juguetes o corren detrás de un coche, estamos contemplando su herencia depredadora.
Como escribe en su web el famoso adiestrador César Millán:
“Jugar y cazar son diferentes estados mentales.
Nosotros debemos encontrar la manera de que el instinto cazador se traduzca más en jugar y menos en cazar”.
Este fenómeno es especialmente perceptible en los zoológicos, donde, a menudo, los cuidadores deben entretener a los felinos para que la imposibilidad de abatir otros animales no acabe afectándoles psicológicamente. Para ello, emplean varias estrategias, como mostrar y agitar cadáveres de pequeños herbívoros o trozos de carne desde lejos: de ese modo, las fieras se lanzarán ufanas a por ellos. También se apaciguan atacando grandes pelotas de goma o incluso figuras de cartón con el aspecto de presas.