Con tanto diabético que hay por el mundo en nuestros días, nos encontramos con millones de glucómetros realmente baratos que gracias a unas investigaciones por parte de un equipo de químicos de la Universidad de Illinois, podrían pasar de simples medidores de azúcar a medir todo tipo de sustancias en sangre, agua y alimentos y convertirse en una solución de bajo coste, portátil y accesible casi en cualquier parte del mundo.
El secreto está en usar los llamados sensores funcionales de ADN, pequeños segmentos de ADN que se unen a moléculas específicas, generando partículas magnéticas, que luego se eliminan con un imán, y que sueltan invertasa.
Según la cantidad de la misma liberada se aumenta el nivel de glucosa proporcionalmente, utilizando luego el glucómetro para saber la cantidad de la sustancia a medir.
Con este método ya han conseguido medir cocaína, interferón, adenosina y uranio, aunque teóricamente cualquier sustancia para la que exista un sensor funcional de ADN sería detectable.
Una genial noticia que permite darle mayor utilidad a los recursos de los que disponemos y con el que podremos descubrir grandes incógnitas de la humanidad.