La propia deformación de la rueda al viajar, va presionando el tubo que llega a la rueda a través de otra válvula. En cuanto se llega a la presión que se quiere, esa válvula se cierra, y el aire vuelve a salir por la válvula de entrada, circulando continuamente por el sistema pero permitiendo reajustarse rápidamente, haciendo que la presión sea prácticamente constante a lo largo de todo el trayecto.
Gracias a este sistema se espera que ofrezcan una conducción más segura, menor consumo de gasolina, menor desgaste de las ruedas y, en general, mejor rendimiento con un coste ínfimo.
Tanto la Oficina de Tecnología de Vehículos de Departamento de Energía de los EEUU como el gobierno de Luxemburgo están financiando y ayudando al desarrollo de esta tecnología por parte de Goodyear, que aunque se podrá usar en toda clase de vehículos, está destinada especialmente a las flotas de transporte de mercancías y personas, tanto público como privado, para rebajar además los gastos de mantenimiento.