jueves, 1 de mayo de 2014

El nieto de Milton Friedman y el fundador de Ebay te dicen cómo eludir impuestos

Los ‘señores de Silicon Valley’, apelativo que más bien se justifica por su poder y fortuna que por su edad, están impulsando un sistema político “libertario”, en el que reine el laissez faire del capitalismo salvaje y donde las regulaciones al libre mercado o la fiscalidad, simplemente, no existan. El proyecto, que llevará el sello del nieto del Nobel de economía Milton Friedman (Patri Friedman), pretende apuntalar en la historia a su saga familiar: llevar a la práctica las teorías anarcocapitalistas de su padre y abuelo. ¿Cómo? Creando ciudades flotantes en aguas internacionales y a las que se les aplicará una bandera de conveniencia.


El principal socio capitalista de Friedman en esta aventura, utópica para unos y distópica para otros, es Peter Thiel, fundador de Ebay o Pay Pal y uno de los principales inversores de Facebook, quien ya ha aportado cerca de dos millones de dólares a la fundación que pretende hacer realidad la iniciativa, el Seasteading Institute. Las ciudades flotantes, instaladas sobre plataformas marítimas, serán una suerte de microestados, llamados seasteads, sobre los que se crearán comunidades autónomas y permanentes que vivan al margen de la jurisdicción de los Estados.

La primera ciudad flotante impulsada por el Seasteading Institute, con sede en Silicon Valley, será una plataforma de oficinas frente a la costa de San Francisco. Bajo el nombre de Blueseed, estará diseñada “para la experimentación y la innovación de sistemas sociales, políticos y jurídicos”,
en palabras de Friedman, que actualmente trabaja junto a Larry Page en Google.

Un centro de trabajo ajeno a la legislación estadounidense, libre de trabas burocráticas, por ejemplo, para conseguir todos los permisos de trabajo que necesitan los ingenieros extranjeros. Allí, ni las patentes ni los impuestos ni la regulación
“serán trabas para el desarrollo”,
 explican. La plataforma en cuestión estaría situada a 12 millas de Silicon Valley, por lo que el transporte se haría en barco y apenas supondría un desplazamiento de media hora.

De piratas informáticos a piratas marítimos
El 70% de la superficie del planeta son aguas internacionales, un vasto territorio para llevar a cabo esta utopía anarcocapitalista y que escapa, al menos de momento, de las jurisdicciones estatales. Sin embargo, hasta el momento no se ha creado un estado en alta mar que haya sido reconocido como una nación soberana. El ejemplo más cercano a la par que perturbador es el del Principado de Sealand, una plataforma marítima localizada a 10 kilómetros de las costas británicas y autoproclamada como territorio soberano propio.

El principal objetivo que tienen ahora los ‘señores de Silicon Valley’, es establecer vínculos diplomáticos con los Estados tradicionales. Su intención pasa por legitimar estas comunidades e integrarlas en la dinámica política global.

Sus fortunas y su poder prometen ayudarles a llegar algo más lejos que los fundadores de la
“monarquía constitucional hereditaria”
implantada en Sealand. Y es que si hasta ahora han conseguido ser los amos del mundo en la sombra, desestabilizando industrias enteras, ganando miles de millones gracias a nuestros datos personales e interfiriendo de todas las maneras en nuestra vida más íntima, ¿por qué no van a poder refundarlo a su imagen y semejanza?

Otra de sus metas a corto plazo consiste en atraer a inversores y emprendedores de todo tipo para que creen sus negocios en estas plataformas marítimas. Un paraíso empresarial para muchos, al margen de la ley, sin impuestos ni convenios o estatutos del trabajador.

Friedman, que cada vez está más entregado a este proyecto, dando charlas y buscando adeptos a su causa por todo el mundo, lo ha comparado con una start-up, para entendernos en el lenguaje de Silicon Valley. “También queremos crear oportunidades para los ingenieros que pretendan involucrarse en el diseño de estas ciudades flotantes”,
añadía.

La idea es demasiado seductora para los jóvenes padres de los gigantes tecnológicos. Aunque adolezca de cierto encaje legal, hemos visto en repetidas ocasiones cómo los Bezos, Page o Thiel acaban sorteando las trabas legislativas para salirle con la suya.

El dinero no parece ser un problema para estos multimillonarios, que además abrazarían otros sistemas monetarios de corte anarcocapitalistas, como es el caso del Bitcoin. Pese a ello, insisten en que el coste del metro cuadrado será incluso más barato que el precio medio alcanzado en el Silicon Valley.

Tecno-utopías en el mar vs. democracias en la tierra
Como proponía Balaji Srinivasan, CEO de Counsyl, en una reciente conferencia,
“nosotros no tratamos de reformar una empresa desde dentro, sino que la abandonamos para crear nuestra propia start-up. ¿Por qué no vamos a hacer esto mismo con los países?”.
Ni que decir tiene que sus palabras arrancaron una sonada ovación entre el público presente.

Larry Page, el CEO de Google, también ha defendido indirectamente las ciudades flotantes:
“Hay un montón de grandes proyectos que podríamos desarrollar, pero que no se acaban llevando a cabo por problemas legales. Como especialistas de la tecnología, deberíamos disponer de lugares en los que pudiésemos innovar y ensayar con cosas nuevas, sin tener que rendir cuentas a nadie”.