viernes, 6 de septiembre de 2013

Los detalles que nadie te contó de la 'operación Nokia'

El consejo apenas pudo contener la furia. Un crecido Steve Ballmer había puesto sobre la mesa una cifra irrisoria para hacerse con la división de dispositivos móviles y servicios de Nokia y aquello era un ultraje inaceptable. Los fríos finlandeses se revolvieron en sus asientos y espetaron al contundente CEO de Microsoft la frase planetaria.
Es uno de los jugosos detalles a los que ha tenido acceso el New York Times de los secretos entresijos y tortuosos caminos que ambas firmas han tenido que recorrer para rubricar uno de los acuerdos más sonados de la década.


Hay un poco de todo: tensión, tragedia, comedia, y hasta la sangre de Ballmer corriendo a borbotones, y no lo decimos en sentido figurado. Fuentes implicadas en todo el proceso y que por descontado, quieren permanecer en el anonimato, se han ido de la lengua ante el columnista Nick Wingfield en una historia que podría servir de guión para una película. Ah, y para los defensores de la teoría del Caballo de Troya, el relato deja claro que Nokia fue un feroz negociador que supo mantener el pulso y consiguió unas condiciones muy beneficiosas para la firma.

No fue, como vemos, un camino de rosas para nadie. Nokia estaba viviendo unos momentos agónicos con una cuota de mercado en caída libre y unas perspectivas de futuro funestas, algo que dejó claro Stephen Elop en su contundente llegada a los mandos de la renqueante firma.

Duelo de titanes
No pintaba mucho mejor la situación para la estratégica división de móviles de Microsoft, donde el gigante estaba en un auténtico K.O. ante el empuje de Apple y después Google en este terreno. Se juntaron el hambre con las ganas de comer, y aunque tras rubricar en 2011 el acuerdo mediante el cual Nokia equiparía la plataforma Windows Phone, ambos destacaron que la aventura no sería coser y cantar, lo cierto es que poco a poco el matrimonio iba asentándose con una creciente cuota de mercado e índice de satisfacción entre los usuarios.

Sin embargo, esta pareja de enamorados se enfrentaba a muchas incógnitas de futuro: el acuerdo de colaboración vencía en 2014 y ambos desconfiaban de las intenciones del otro. Microsoft temía que el cambio de plataforma no convenciera al consejo de Nokia y decidiera recurrir a Android, y los de Espoo que las huestes de Ballmer optaran por hacerse con otro fabricante de móviles en horas bajas y echar por tierra todo el terreno ganado.

Pero Ballmer lo tenía claro: Nokia sería suyo, aunque fuera a sangre y fuego. Así las cosas, los primeros arrumacos tuvieron lugar en un hotel de Barcelona este mismo año, en plena celebración del Mobile World Congress. Ballmer habló largo y tendido con Risto Siilasma, el presidente del consejo de administración de Nokia. Los insiders reconocen que fue una charla franca en la que no se dejaron nada en el tintero. De alguna manera, ambas partes sabían que el idilio podría resultar todavía más intenso.


Así las cosas, el primer encuentro serio en este sentido tuvo lugar en abril, pero en él quedó patente la vasta distancia que separaba a ambas posiciones. No se sabe a ciencia cierta cuál fue el planteamiento inicial que puso sobre la mesa Ballmer, pero el ataque de risa entre los finlandeses fue notorio. Esa reunión había concluido. Esta novia era dura de pelar y el cortejo le iba a salir por un pico a Microsoft.

Una tragedia griega
Hubo más encuentros, y uno de ellos, celebrado en Londres, a punto estuvo de terminar en tragedia. Según parece, un concentrado Ballmer se dirigía a la sala de reuniones en la que habían sido citados para tratar la contrapropuesta presentada, y mientras repasaba ensimismado unos documentos que los correosos nórdicos les habían hecho llegar, se dio de bruces con una mesita para el café dispuesta en el hall de entrada.

Ballmer no es poquita cosa precisamente y su chorro de voz es mundialmente conocido, con lo que no cuesta imaginar la que se lió en cuestión de segundos: todos por los suelos, improperios a voz en grito, y el enérgico CEO de Microsoft con una brecha en la cabeza de la que manaba sangre de forma alarmante.


“¿Cancelamos la reunión?”,
propuso alguien. No, una cura rápida y a por ellos. Pero aquel accidentado encuentro acabó también en nada. No había acuerdo ni punto de encuentro. No era sólo la parte económica, sino que uno de los grandes obstáculos a salvar era Here, la costosa aventura de Nokia en el terreno de los mapas, un aspecto crítico en la telefonía móvil (algo que Apple conoce amargamente, por cierto). Pero Microsoft no cejaba en el esfuerzo. El siguiente encuentro tuvo lugar el 14 en territorio de Nokia.

Ballmer tuvo que hacer nuevamente las maletas y con una delegación de ejecutivos intentan quebrantar las pétreas posiciones de los finlandeses. Pincharon en hueso de nuevo, y las cosas fueron incluso a peor.

El propio CEO de Microsoft mantuvo un tenso cara a cara con un Siilasma al que cada vez le quedaba menos paciencia. No hubo sangre, como en Londres, pero el de Nokia pegó un puñetazo en la mesa y sentención contundente que se acabó marear la perdiz: no habría más reuniones hasta que Microsoft no aceptara unos mínimos.


Y por fin los de Redmond dieron con una fórmula que satisfizo a Nokia: Here, el gran escollo, sería licenciado a los creadores de Windows y todos tan contentos. Quedaba limar los últimos detalles y el acuerdo se selló durante un fin de semana en Nueva York, donde Ballmer y Siilasma se estrecharon fuertemente la mano y propusieron el 3 de septiembre el anuncio del bombazo. ¿Caballo de Troya Elop?