jueves, 17 de noviembre de 2011

Los mares subterráneos de una luna de Júpiter



Los científicos sospechan desde hace años que Europa, una de las 65 lunas de Júpiter, alberga grandes océanos interiores. Un nuevo estudio que será publicado esta semana en la revista 'Nature' respalda esta teoría y sugiere que es posible que Europa sea un satélite habitable.
Eso sí, cuando los científicos hablan de la posibilidad de que haya vida en otros cuerpos del Sistema Solar no se refieren a seres inteligentes como los que imaginó Arthur C. Clarke en '2010: Odisea 2'. De hecho, en el caso de que exista o hubiera existido algún tipo de vida en Europa, lo más probable es que se tratara de microorganismos similares a los que se han descubierto en ambientes extremos de la Tierra, como los que se dan en Río Tinto (Huelva).
La NASA ofrecerá en rueda de prensa más detalles sobre este descubrimiento, realizado por científicos de la Universidad de Texas (EEUU).

Para llevar a cabo la investigación se utilizaron imágenes captadas por la nave espacial Galileo, que fue lanzada en 1989 a bordo del transbordador 'Atlantis' con la misión de explorar Júpiter y su sistema planetario. La sonda de la NASA ha proporcionado tanta información sobre el gigante gaseoso y sus lunas que los científicos están tardando décadas en analizarla.
Masas de agua líquida.
El nuevo estudio ofrece nuevos indicios sobre la existencia de un gran océano subterráneo en una zona denominada 'Caos de Conamara'. Según explica Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional, este tipo de regiones, conocidas con el nombre de 'terrenos caóticos', se caracterizan por tener una superficie helada altamente fragmentada y de forma muy irregular.
Además, los investigadores creen que este satélite podría albergar otros depósitos de agua en regiones poco profundas de Europa.
Los astrónomos pensaban que Europa (que tiene un tamaño ligeramente inferior al de nuestra luna) tenía grandes océanos subterráneos sobre los que flotaban enormes capas de hielos con un espesor de varios kilómetros. Hasta ahora, creían que los océanos interiores estaban separados del exterior y que las capas de hielo se desplazarían y chocarían unos con otros horizontalmente.
Sin embargo, este nuevo estudio, liderado por Britney Schmidt, sugiere que los movimientos verticales de estas placas también son muy importantes. Estos desplazamientos en vertical proporcionarían un mecanismo para que los océanos interiores se mantengan en contacto con las zonas exteriores del satélite.
De esta forma, "el transporte de elementos químicos desde la superficie de Europa hasta el interior, y viceversa, abre la posibilidad de que Europa sea una superficie habitable", explica Rafael Bachiller.
Por su parte, el investigador del Centro de Astrobiología (CAB-CSIC) Jesús Martínez-Frías, señala que

"el modelo propuesto supone un avance en el intento de comprender la compleja tectónica de la corteza helada de Europa. Su mayor o menor espesor es un factor importante desde el punto de vista geodinámico y astrobiológico (para la búsqueda de vida)".