martes, 15 de octubre de 2013

Cómo hacer que nuestras células asesinen a los patógenos más letales

Científicos de la Universidad de California, Riverside (UCR), en Estados Unidos, han descubierto un nuevo y prometedor enfoque para luchar contra virus humanos letales.

El microbiólogo Shou-Wei Ding, dedicado durante 20 años a la investigación de plantas, moscas de la fruta, nematodos y ratones, había establecido ya que, al igual que las plantas y los animales invertebrados, los mamíferos utilizan el ARN interferente (RNAi) - una molécula de ARN que suprime la expresión de genes específicos-‎ para destruir virus presentes en sus propias células.

Pero este mecanismo a veces no funciona, lo que pone en peligro a los mamíferos infectados. Ding ha conseguido ahora descubrir por qué. Su hallazgo podría aplicarse a la investigación de nuevas vacunas para patógenos humanos muy graves, como la fiebre del dengue.

El investigador, que es director de un laboratorio en el Institute for Integrative Genome Biology de la UCR, ha publicado sus resultados en Science.

En un estudio anterior, Ding había demostrado que los virus que atacan a plantas, nematodos y moscas de la fruta, burlan la protección innata presente en las células con una
“avanzada tecnología”:
con proteínas que suprimen el mecanismo celular del RNAi capaz de acabar con ellos.

Ahora Ding ha constatado, además, que eliminar esas proteínas supresoras de los virus hace que las células puedan aplicar el mecanismo del RNAi para atacar a los virus. El efecto fue demostrado con ratones jóvenes, en un experimento con roedores infectados con el Nodaviridae.

Cuando los científicos sustrajeron del virus el supresor de la proteína B2, los ratones infectados comenzaron a producir grandes “ejércitos” atacantes del RNAi del Nodaviridae, salvándose a sí mismos de una infección que de otra manera habría resultado letal.

¿El mecanismo que realmente importa?
En un comunicado de la UCR Ding explica que esto se había intentado hacer antes, pero que hasta ahora “no se había logrado encontrar la clave”
para el éxito.

Según él, ésta radicó en
“el conocimiento previo de la proteína B2 en el Nodaviridae, un virus que pocas personas conocen (…) Sin embargo, la infección de este virus en ratones ha demostrado ser el mejor modelo".

Ding ha llegado a este hallazgo gracias a una intuición que tuvo a finales de la década de los 80: al enterarse de que los genomas de los virus que infectan a las plantas y a los animales son en realidad muy similares a pesar de que las plantas y los animales son muy diferentes, pensó que
“debía haber un mecanismo antiviral común a plantas y animales, que hacía que éstos mantuvieran virus similares”,
explica.

La primera evidencia de esta hipótesis surgió mientras Ding trabajaba en The Waite Research Institute de Australia, investigando el virus del mosaico del pepino, una devastadora enfermedad que afecta a más de 1.000 especies de plantas, incluidas a varias cuyo cultivo es muy importante. Desde entonces, Ding ha seguido adelante con sus investigaciones en diversos centros. Sus hallazgos, en especial este último, están abriendo nuevas puertas a la creación de formas alternativas de combatir virus humanos peligrosos.

El próximo objetivo de Ding es recaudar fondos para el estudio de nuevas vacunas contra patógenos letales para los humanos. El científico se muestra cuidadosamente optimista sobre futuros resultados.

"Tal vez esto es lo que nos faltaba para conocer cómo luchan los seres humanos contra infecciones virales", explica. "Hay muchos mecanismos antivirales diferentes en nuestros cuerpos, pero tal vez el del RNAi sea el mecanismo más importante de defensa antiviral. Quizá sea el que realmente importa", concluye.