martes, 8 de octubre de 2013

"Quedaos con las drogas, pero no con los bitcoins de las personas"

Hace varios días el FBI ejecutó una operación que pasará a la historia de la red. Tras el cierre de Silk Road, el mayor mercado negro de internet, donde era posible adquirir con impunidad, a través de la web profunda, todo tipo de drogas, medicamentos ilegales e incluso armas
-también, es cierto, se vendían productos legales-
ha ocurrido algo similar al principio de la novela Arcoiris de gravedad, de Thomas Pynchon.
"Ya ha ocurrido otras veces, pero ahora no hay nada con qué compararlo".

Los cuerpos policiales están acostumbrados aplicar el peso de la ley para desmantelar grupos mafiosos, bandas de narcotráfico y todo tipo de organizaciones ilegales o redes de contrabando, operaciones donde es habitual incautar dinero. Sin embargo, es la primera vez en la historia que el FBI se encuentra ante el reto de confiscar una divisa virtual. En total, 26.000 bitcoins, un volumen cercano a los dos millones y medio de euros.

Hasta aquí, nada suena extraño. Si la criptomoneda era utilizada para financiar actividades ilegales, parece normal que, como parte de la operación, se intervengan los fondos. Pero la patata caliente del Bitcoin ha estallado en las narices de la institución. Veamos por qué.

El dinero de los usuarios
Se sabe que el cabecilla de esta particular ruta de la seda de internet, Ross William Ulbritch, alias Dread Pirate Roberts, ya detenido, contaba con un monedero virtual de 600.000 bitcoins, cerca de 55 millones de euros al cambio, cifra que representa el 5% del volumen total de bitcoins en el mundo, todo un logro teniendo en cuenta que Silk Road sólo lleva operando desde febrero de 2011.

El FBI no ha podido acceder todavía a los fondos de Ulbritch, pero mientras tanto su movimiento ha consistido en incautar el dinero virtual -los 26.000 bitcoins referidos arriba- de los usuarios registrados en el sistema. Existían 957.000 cuentas, a través de las cuales se han movido en los últimos años alrededor de 9 millones de bitcoins. De momento, el FBI ya ha expresado que su intención es vender el dinero virtual tal como informa Forbes.
"Esto es algo nuevo para nosotros",
afirmó un funcionario.

Los usuarios no se han quedado de brazos cruzados, aunque el vacío legal entorno al Bitcoin unido a la mala fama -ganada a pulso- de Silk Road no juegan a su favor. De momento, han localizado el monedero virtual del FBI donde la institución ha guardado el dinero virtual y ha comenzado una campaña de donaciones protesta adjuntando a las transacciones mensajes reivindicativos

Hay de todo. Desde apología de la droga e insultos, sin más, hasta opiniones que critican la operación policial desde el punto de vista de la incautación del dinero de los usuarios. Muchos hacen alusión a que sus bitcoins están limpios.

Además, si bien es cierto que dentro de este volumen de usuarios muchos habrán adquirido y comprado mercancía ilegal, transacciones que, por otra parte, habría que demostrar a lo largo del proceso judicial, otros no lo habrán hecho. Si el propio FBI no hubiese manifestado su intención de canjearlos, la incautación podría entenderse como una medida cautelar, pero no parece que vaya a ser así.

"Esta operación sólo ha sido legal porque el Bitcoin no es reconocido como una moneda",
afirma uno de los usuarios. De hecho, en los cargos presentados contra Ulbritch se declara que el Bitcoin no es ilegal en sí mismo y ha conocido usos legítimos.

Sobre todo, droga
La facturación anual de la web que los medios de comunicación han popularizado en los últimos años como el eBay o el Amazon de las drogas ronda los 22 millones de dólares al año. La mayoría de los usuarios proceden de Estados Unidos y el Reino Unido.

Según el estudio elaborado en 2012 por el investigador Nicolas Christin, los productos estrella de Silk Road son el cannabis y sus derivados, que representaban el 20,7 por ciento del negocio. Le siguen los medicamentos para los que se necesita receta (7,3%) y los tranquilizantes tipo Valium (5%). Por su parte, el negocio de los libros alcanza una cuota del 3,9%, el de la pornografía un 1,6% y el de los esteroides un 1,5%.

Aunque muchos usuarios insisten en que este mercado negro, al que se accedía a través de Tor, también se utilizaba para intercambios legales, lo cierto es que la inmensa mayoría de ellos estaban relacionados con actividades ilegales, llegando a extremos como la contratación de sicarios, uno de los cargos que también pesan sobre el fundador de Silk Road.


De hecho, para llegar a capturarlo el FBI se sirvió de la infiltración de uno de sus agentes, que haciéndose pasar por un traficante de cocaína a gran escala convenció a William Ulbritch
-al parecer, en los inicios de Silk Road no había sido demasiado cuidadoso a la hora de esconder su rastro- para que encontrase un comprador. En la misma línea, el pasado febrero ya se había sido detenido en Australia el primer traficante de drogas que operaba a través de Silk Road.

Existe un precedente -en algunos aspectos similar- al de la ruta de la seda de internet, aunque en su caso tiene que ver con la piratería. Cuando las autoridades estadounidenses desmantelaron Megaupload, millones de usuarios registrados perdieron el dinero que habían invertido en los servicios premium de la plataforma de Kim Dotcom, quien prometió devolverles su aportación en forma de nuevos registros en su flamante sistema Mega.

Ahora, mientras los vendedores de droga acostumbrados a operar en Silk Road buscan canales alternativos, paralelamente se están creando otro tipo de debates sobre la cuestión. Más allá del asunto de los bitcoins, defensores de causas como la eutanasia, como el australiano Philip Nitschke, afirman que con su cierre se ha perdido una de las vías principales para acceder a medicamentos como Nembutal.