martes, 29 de enero de 2013

Cinco avances biotecnológicos que pueden cambiar tu vida

Lo que hoy todavía es ciencia ficción puede estar acercándose a la realidad en algún laboratorio del mundo. Esta semana, en el 6º Encuentro Internacional de Biotecnología, BioSpain 2012, organizado por la Asociación Española de Bioempresas (Asebio) en Bilbao, se han reunido algunas de las empresas españolas que trabajan para hacer realidad ideas que hasta hace poco habrían parecido literatura fantástica. Estos son algunos proyectos que pueden ayudarnos a superar enfermedades, tener combustibles más sostenibles o resolver complejos crímenes.
1. Inyecciones contra los achaques de la vejez
La grasa de una liposucción puede servir para curar una osteoartritis de cadera y otros problemas óseos. Es una de las ideas con las que trabaja la empresa Histocell. Su tecnología para regenerar el hueso consiste en extraer células madre de la grasa del paciente e insertarlas en la zona que se quiere tratar. Para hacerlo, se colocan en unos pequeños soportes hechos de un material (un derivado del fosfato de calcio) que nuestro organismo puede absorber. Estas cápsulas se introducen en unas jeringuillas que permiten su aplicación en el área donde se quiere reconstruir el hueso y allí, las células madre, que tienen capacidad para transformarse en las células de su entorno, colonizan la zona dañada para recuperarla. Una vez que han cumplido su objetivo, los andamios que han servido de medio de transporte y que han facilitado la adaptación de estas células al tejido que se quiere recomponer se disuelven y desaparecen.
Como explica Marta Acilu, subdirectora de Histocell, esta técnica
“se utilizaría en los casos en los que otros métodos más convencionales no funcionen para resolver el problema”.
La compañía, que está desarrollando este medicamento junto a la farmacéutica Salvat y tiene otro que aplica una técnica similar a la regeneración de cartílago, espera que, si todo va bien, en 2013 comiencen los ensayos para probar la efectividad del tratamiento y puedan tenerlo listo para su comercialización dentro de unos diez años.
2. Detener el ataque de la enfermedad matando al mensajero
Hasta ahora, gran parte de los medicamentos que tomamos son bombardeos químicos indiscriminados sobre nuestro organismo con muchos daños colaterales. A esto se debe, por ejemplo, el malestar que acompaña a veces la toma de antibióticos. Uno de los retos de la biotecnología es crear misiles teledirigidos que sean capaces de acabar con el mal sin dañar lo que se encuentra a su alrededor. Esto es lo que quiere hacer Sylentis, una compañía del grupo Zeltia. Su idea consiste en emplear la capacidad del ARN de interferencia, una molécula, descubierta en 1998, responsable de interrumpir determinados procesos celulares cuando ya no son necesarios.
Para crear todo lo que el cuerpo necesita, los genes producen proteínas, que son los elementos básicos de los que se compone la fábrica humana (y del resto de organismos). Cuando hace falta construir un brazo, lanzan mensajes para la producción de esos “ladrillos” con los que construir un brazo, pero cuando éste ya está completo, es esencial que alguien avise de que la célula no siga produciendo algo que ya no hace falta. Esa es la función del ARN de interferencia.
Sylentis está utilizando esta capacidad para detener la señal “errónea” de un gen que hace que se incremente la presión ocular y se produzca el glaucoma, un daño del nervio óptico.
“Serían moléculas muy específicas para lo que quieren tratar”,
explica Ana Isabel Jiménez, directora de I+D de Sylentis.
“Una vez detectado el proceso que se quiere detener, se realiza un análisis informático para ver qué molécula de ARN de interferencia se puede adaptar mejor para hacerlo y después, con la serie de moléculas más afines propuestas por ese análisis, se prueba en el laboratorio cuál es la que mejor funciona en realidad”,
explica Jiménez.
Después, el producto se aplicaría sobre el ojo en forma de gotas, con un tratamiento similar al que ahora se emplea contra el glaucoma, aunque contaría con alguna ventaja adicional. Al ser tan específico, quedaría fijado en el proceso celular que causa el glaucoma, incluso a través de cierta cantidad de divisiones celulares, con lo que una sola aplicación podría durar varias semanas. Este tipo de tratamientos, que podría estar disponible en 4 o 5 años, aunque muy específico y relativamente fácil de diseñar, solo funcionaría para enfermedades provocadas por un solo gen.
3. Microbios que reciclan residuos y los convierten en combustible
Los microbios son capaces de alimentarse de chapapote, vivir en las toberas de centrales nucleares o junto a géiseres submarinos que expulsan agua a más de 400 grados. Entre una tropa con tales capacidades, la empresa Neol, una compañía fruto del acuerdo entre Neuron Bio y Repsol, quiere reclutar a los más capacitados para ponerlos a producir biocombustibles y bioplásticos que sean más benignos con el medio ambiente que sus parientes derivados del petróleo.
Los dos primeros microorganismos seleccionados son la levadura 'Rhodosporidium' y una bacteria, que produce un bioplástico, cuyo nombre aún no se puede desvelar porque la patente con la que Neol la ha protegido aún no es pública. La Rhodosporidium fue encontrada en Ríotinto (Huelva), en un entorno extremadamente difícil en el que los microorganismos que viven allí, además de la acidez y la oxidación del terreno, deben afrontar la escasez de nutrientes. Esto hace que algunos de aquellos organismos sean capaces de producir alimento a partir de casi cualquier cosa.
En Neol han empleado esta levadura para reciclar la glicerina que queda como residuo de la producción de biodiésel. La Rhodosporidium es capaz de consumir este desecho y convertirlo en más combustible. El hecho de que la Unión Europea vaya a limitar la producción de biodiésel procedente de vegetales que pueden servir para la alimentación hace que el interés de este organismo, y otros que pueden producir combustible a través de otros residuos como la paja, se incremente.
4. Resolver crímenes imposibles
Hay algunos crímenes en los que una prueba de ADN es clave para identificar al autor o exonerar a un inocente. El problema es que, en ocasiones, la cantidad de material genético encontrada en la escena de un crimen puede ser insuficiente para obtener resultados concluyentes. Esto se podría evitar gracias a un nuevo sistema para amplificar ADN mucho más potente que el que se tiene hasta ahora.
El sistema que se emplea para replicar el ADN es posible gracias a una bacteria conocida como 'Thermus aquaticus'. Este microorganismo, descubierto en medio de un manantial de agua a 100 grados en el parque de Yellowstone (EEUU), producía la polimerasa TAQ, una enzima que permite replicar un trozo de ADN miles de millones de veces en pocas horas. Este sistema fue mejorado por el equipo de la investigadora española Margarita Salas, que mediante Phi 29, un organismo que infecta bacterias, logró mejorar la tecnología.
Ahora, con un sistema que también se basa en ese mismo bacteriófago, la compañía Genetrix ha conseguido mejorar la tecnología para conseguir un método que es entre 1.000 y 10.000 veces más eficiente ampliando ADN que el método actual. La polimerasa, bautizada como Qualiphi, fue licenciada en 2010 por el CSIC y sus propietarios quieren que se convierta en un nuevo estándar para un proceso esencial en casi todos los trabajos con ADN. Además del trabajo con genomas completos o la mencionada aplicación en la resolución de crímenes, este nuevo producto puede ayudar a desvelar algunos secretos del pasado al facilitar la secuenciación de genomas de especies ya extinguidas, como los neandertales o los denisovanos. Un conocimiento que, además, también puede tener implicaciones para nuestra salud.
5. Evitar resacas, malos vinos y otras intoxicaciones
La mejor manera de no tener resaca es no beber, pero la tecnología también puede ayudar a evitar que los dolores de cabeza de los que beben no sean tan graves. Biolan es una empresa que, entre otras cosas, construye biosensores que permiten determinar la calidad del vino y detectar los niveles de elementos poco convenientes como la histamina, uno de los probables causantes de la resaca. Como si se tratase de los pequeños kits que llevan encima los diabéticos para medirse los niveles de glucosa, que cuentan con una enzima para detectar la cantidad de azúcar en sangre, las máquinas de Biolan permiten que durante la vendimia y otros momentos de la producción del vino se introduzca el líquido para analizarlo.
Además de las histaminas, se pueden encontrar ácidos como el glucónico. La mayor o menor presencia de este ácido es determinante para la calidad del vino. Si el biosensor encuentra mucho en el mosto de un vino o un champán, éstos se convertirán en materia prima para productos de inferior calidad. Algo similar, aunque con otra tecnología, es lo que propone AZTI-Tecnalia para el café. A través de la comparación de los genomas del café Arábica (de mayor calidad) y el Robusta (de menor calidad), esta compañía es capaz de determinar si un café ha sido adulterado o si tiene la calidad que promete.
Pero la biotecnología no solo evita intoxicaciones que se pueden evitar sin consumir sustancias “peligrosas”. Otra compañía como Biomedal ofrece un test que permite conocer al instante si un producto tiene una cantidad de gluten que puede resultar dañina para un celiaco. Es una de las múltiples soluciones que la biotecnología está proponiendo para mejorar la alimentación humana.