miércoles, 18 de diciembre de 2013

La domesticación del gato se remonta a la China de hace 5.300 años

Hace unos 5.300 años, los gatos ya convivían con los humanos, en concreto, con los agricultores de un antiguo pueblo chino de Quanhucun. Entonces fue cuando los felinos empezaron a acercarse a los hombres, atraídos por los pequeños animales –roedores- que vivían entre el grano almacenado, y que les servían de alimento.
Esta situación hizo posible la domesticación de un animal nocturno, que no era social: la relación entre felinos y agricultores supuso un beneficio para ambos.

Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por la Universidad de Washington en St. Louis (EEUU) y publicado por PNAS, en el que se han analizado los restos óseos de animales del yacimiento de Quanhucun. Sus resultados constituyen la primera evidencia directa de los procesos de domesticación de este felino.

Por otra parte, según publica SINC, este hallazgo supone que la relación entre gatos y hombres se originó al menos 14.000 años más tarde que la de humanos y perros, cuyo inicio ha sido datado por un estudio genético reciente en hace entre 19.000 y 32.000 años.

Restos raros
Los restos de gato raramente son encontrados en antiguos yacimientos arqueológicos, por lo que se sabe poco sobre su proceso de domesticación por parte de los seres humanos, explica la Universidad de Washington en St. Louis en un comunicado.

Hasta hace poco, se pensaba que los primeros gatos domesticados vivieron en el antiguo Egipto, hace unos 4.000 años. Sin embargo, investigaciones más recientes apuntan a que su estrecha relación con los seres humanos podría haber comenzado mucho antes.

Hay que destacar en este sentido el descubrimiento en Chipre, en 2004, de un gato salvaje enterrado con un humano hace unos 9.500 años, informó National Geographic.

A menudo se había argumentado que los gatos podrían haber sido atraídos por los roedores y otros alimentos presentes en las primeras aldeas agrícolas, lo que habría propiciado su domesticación, pero hasta la fecha se habían encontrado escasas evidencias para esta teoría.

Análisis realizados
El hallazgo del presente estudio se hizo gracias al análisis de ocho huesos encontrados en el yacimiento, y que pertenecían a al menos dos gatos.

Los científicos aplicaron a estos huesos –y a otros de perros, roedores o ciervos- los métodos de datación por radiocarbono‎ y de análisis isotópico de las huellas de carbono y nitrógeno.

Demostraron así que los roedores, perros domésticos y cerdos de esta antigua aldea comían el mijo cultivado por los agricultores, pero los ciervos no. Asimismo, se constató que la raza de gatos salvajes encontrada se alimentaba de animales que comían mijo, probablemente de esos mismos roedores.

Al mismo tiempo, una antigua madriguera de roedores hallada en un almacén de grano y el diseño a prueba de roedores de los depósitos del mijo indican que los agricultores tuvieron problemas con estos animales y, por tanto, que el papel depredador que jugaban los gatos con ellos pudo beneficiarles.

Los gatos a su vez se habrían beneficiado de la relación con el hombre gracias a la fuente de alimento que suponían los roedores. De hecho, en el yacimiento se encontraron los restos de un felino que vivió más años de lo habitual, lo que significa que sobrevivió bien en el entorno del asentamiento.

Origen aún por definir
Según estudios recientes, los 600 millones de gatos domésticos en el mundo actual descienden del gato Felis silvestris líbica‎, una especie salvaje presente hoy en día en Europa.

“Si los felinos de Quanhucun fueran descendientes de esta especie, indicaría que fueron domesticados en otro lugar y posteriormente introducidos a la región”,
ha explicado Fiona Marshall, investigadora del departamento de antropología de la Universidad de Washington y una de las autoras del estudio.

"Todavía no sabemos si estos gatos llegaron a China desde Oriente, se cruzaron con otras especies de felinos asiáticos, o si los gatos procedentes de China tuvieron algún un papel el proceso de domesticación”, recalca la investigadora.