martes, 17 de diciembre de 2013

Las seis cosas que hiciste el fin de semana y deberías haber evitado

El fin de semana, los días festivos o las vacaciones son fechas ansiadas que esperamos tachando los días en el calendario, cual estimulante horizonte para sobrevivir al abismo de la rutina. Cada viernes se nos dibuja una sonrisa en la cara, mientras que las vísperas de las vacaciones o puentes llegamos a experimentar cambios fisiológicos e inusuales descargas de dopamina que nos provocarán una excitación propia de los adolescentes en la primera noche que pueden salir de fiesta hasta más tarde de las doce.
Desgraciadamente, todo se acaba, y al llegar el lunes a la oficina podemos encontrarnos con una larga lista de cosas que, movidos por los excesos etílicos o la simple excitación, nos arrepentimos de haber hecho. También puede ocurrir todo lo contrario, que nos arrepintamos por no haber hecho algo, habitualmente debido a la pereza y las ganas de descansar. Para que las celebraciones sean lo más cordiales posibles, les saquemos el máximo partido, y no tengamos que lamentarnos de nada, existen una serie de consejos que podrán ayudarnos.

Cenas, fiestas y demás eventos sociales en los que sobra alguien, ¿ir o no ir?
Ni la suegra pesada, ni el irónico cuñado que no para de hacer bromas malintencionadas ni tampoco el novio tóxico de tu mejor amiga que ni siquiera permite que logres hablar con ella más de dos minutos seguidos sin que os interrumpa, son excusa para no acudir a una cena con la familia o amigos. Hay que esforzarse por centrarse en los aspectos positivos, que nadie nos agüe la fiesta, y disfrutar de los acontecimientos sociales, aunque sólo sea por un rato. Son vitales para desconectar y disfrutar de las relaciones en un ambiente distendido. Aunque se trate de las cenas de empresa, ausentarse nunca será una buena decisión.

El pesado comensal que siempre nos toca al lado y al que acabamos soltando un improperio
A la hora de elegir sitio para sentarse a cenar en una mesa o el corrillo con el que tomar unas copas debe tenerse en cuenta a la gente con la que uno se encuentre más cómodo. Lo más recomendable es elegir una mesa o lugar en el que esté cerca alguno de los amigos o familiares más afines. Seguro que así evita que, después de que su suegra lo interrumpa por tercera vez y cambiando radicalmente el tema de conversación, la mande callar con malos modos y ésta le ponga una cruz de por vida.

Los temas sensibles que siempre acaban alterándonos y chafando la fiesta
En las celebraciones con los amigos o familiares siempre hay temas pendientes o heridas sin cerrar que alguien tendrá la tentación de volver a abrir y que llevarán la discusión por derroteros poco positivos para convivencia. Los festejos no son el lugar idóneo para lanzar críticas o acusaciones que llevábamos tiempo con ganas de decir. Más bien son todo lo contrario, un momento ideal para limar posibles asperezas no resueltas con un tono cordial y positivo.

Beber antes de comer, el principio del fin…
El alcohol puede ser un fiel compañero de los disgustos y posteriores arrepentimientos, sobre todo cuando no se lleva el mismo ritmo etílico que el resto del grupo. Nada peor que beber antes de una cena, pues se generará un círculo vicioso que puede acabar provocando que nos envalentonemos y digamos o hagamos cosas fuera de lugar. Asegúrese de que su ritmo de ingesta alcohólica no difiera demasiado del resto de comensales, hay que mantener la armonía con los demás hasta en las borracheras.

… a menos que nos retiremos a tiempo
Las cenas o reuniones que se celebran una vez al año son el peor momento de todo el año para sobrepasarse con las bebidas alcohólicas. Siempre suele haber un amigo o familiar en el grupo que, ayudado por el alcohol, amenice la cena con su propio show, por lo que será mejor no entrar en este tipo de competiciones para evitar hacer el ridículo. Cada persona debe tener claros sus límites a la hora de beber y estar atentos para no sobrepasarlos. Es importante mantener el autocontrol para no arrepentirse al día siguiente de algún comentario inapropiado o salido de tono. De no ser así, lo más sabio es hacer una retirada a tiempo.

Que el ridículo no quede inmortalizado en las redes sociales
La eclosión de las redes sociales conlleva una pérdida de la privacidad de las fotografías. Por ello hay que extremar el cuidado a la hora de elegir las imágenes que se vayan a subir a la red y en las que nos ofrecemos a figurar, si no queremos que nuestra reputación y autoestima quede dañada de por vida. Hay que evitar hacer públicas las imágenes que puedan ridiculizar o poner en entredicho a alguien. En definitiva, debe practicarse la moderación en todos los sentidos, ya sea bebiendo, vistiendo, hablando o animando la fiesta. De lo contrario, luego vendrán los arrepentimientos.