martes, 25 de mayo de 2010

Freedom Driver permite a pacientes con un corazón artificial volver a casa


Charles Okeke esconde en su pecho un corazón artificial. Le mantiene vivo, pero a un alto precio: estar de modo permanente enganchado a una máquina de 180 kilos, en el hospital. Ya lleva dos años. Pero ahora, gracias a un nuevo aparato que podrá transportar en forma de mochila, puede volver a casa.
Le han dado el nombre de Freedom Driver.
Todavía quedan cuestiones sobre la batería, como por ejemplo si sería capaz de mantener a aparatos como un hígado o riñón artificial. De hecho, tiene que ser constantemente revisado para ver si todo marcha bien, mientras esperan que haya un corazón (orgánico) disponible para su transplante. De lo contrario, no descartan que Okeke mantenga para siempre su corazón artificial.
Me pregunto si en la vejez será más seguro un corazón artificial que uno natural, pero ya cansado y débil. Si perfeccionan más este tipo de dispositivos, ¿empezaríamos a reemplazarnos los órganos para vivir más? La mayoría de las causas de defunción vienen por ataques al corazón.
Os preguntaréis cuánto cuesta el dispositivo: 100.000 euros, más 14.400 anuales de mantenimiento. Desde luego, no van a poder poner uno en las más de 3000 personas que esperan un corazón para vivir, pues a esa cifra asciende la lista de espera. Cosa que tendría que concienciarnos para hacernos donantes: al menos, si me voy al otro barrio, espero que mis órganos le sirvan a otro...