viernes, 15 de febrero de 2013

Las técnicas de los maestros de la seducción para triunfar en el amor

Un amplio contingente de libros que ha proliferado especialmente durante los últimos años ha abordado una de las grandes preocupaciones humanas: ¿cuáles son las mejores tácticas para ligar? ¿De qué manera podemos hacer uso de nuestras dotes amatorias con el otro sexo? Y la más importante de todas: ¿de verdad sirven para algo todos esos programas de televisión dedicados a tal temática y esos libros que se venden como churros?
 Cabría pensar que lo que ha funcionado en algunos casos no tiene por qué hacerlo en otros, y que la mera experiencia personal no justifica muchas de las polémicas estrategias enunciadas por autores como Neil Strauss. Sin embargo, un reciente estudio acaba de poner de manifiesto que estas técnicas están mucho más acertadas de lo que podríamos sospechar.

Bajo el título de The Dating Mind: Evolutionary Psychology and the Emerging Science of Human Courtship, los investigadores Nathan Oesch, de la Universidad de Oxford, e Igor Miklousic, del Instituto de Ciencias Sociales de Zagreb (Croacia), ponen de manifiesto que
“muchas de estas afirmaciones están, de hecho, basadas en descubrimientos empíricos de la psicología social, fisiológica y evolucionista”.
Esto resulta de especial relevancia en cuanto que algunas de las estrategias que parecen estar corroboradas por la ciencia (como la provocación) son las del polémico Neil Strauss, autor de El método: al descubierto la sociedad secreta de los maestros de la seducción (Planeta) y responsable del reality The Pickup Arstist, emitido en la cadena de televisión VH1. Este seguía el esquema propio de programas como Pesadilla en la cocina o Esta casa era una ruina, en las que un experto utiliza sus infalibles conocimientos para cambiar una situación de cabo a rabo. En este caso, con el objetivo de transformar un piltrafilla en un ligón de primer nivel.
Filósofo o ligón, todos tienen la razón
El inicio del estudio precisamente se refiere al archifamoso programa de Strauss (al menos en Estados Unidos) como la piedra filosofal de todo este tipo de publicaciones. Sin embargo, no lo considera de manera negativa como hicieran otras investigaciones del pasado, sino que le proporciona un apoyo teórico con el que, probablemente, su autor nunca soñó.
“En conclusión, parece claro que hay un grado sustancial de investigación psicológica que apoya las afirmaciones realizadas por la Comunidad”,
afirma el estudio refiriéndose al conjunto de individuos que, en teoría, conocen los secretos –cada vez menos ocultos– del cortejo.
La otra obra que se ha utilizado como referencia es la del ilusionista Erick von Markovick, conocido por el sobrenombre de Mystery (“Misterio”), estrafalario colaborador del programa de Strauss que, gracias a su look a lo Tommy Lee (batería de Mötley Crüe y, a la sazón, marido de Pamela Anderson) se ha convertido en uno de los más reputados expertos del flirteo. Y que, como afirma el estudio, tiene gran parte de razón, especialmente en lo que concierne a su “modelo de tres fases” de las relaciones de pareja. Para algo parece haberle servido su “experiencia de campo” (como él mismo la llama) con miles de mujeres.

¿En qué está acertado este conjunto de connaisseurs? En un buen número de puntos, especialmente en lo que concierne a las cuestiones más generales: efectivamente, el cortejo es un proceso que atraviesa diferentes fases, en las que las situaciones, sentimientos y convenciones se suelen repetir, proporcionándole un carácter ritual al asunto. En ese contexto, existen ciertas técnicas que funcionan mejor que otras, y debido a que existen convenciones asumidas sobre tal proceso, se puede generalizar sobre ellas, lo cual no garantiza su infalibilidad. Por último, que dependiendo del contexto, las susodichas tácticas pueden funcionar de una manera u otra. Es decir, en lo que en algunos casos podría proporcionarnos la baza ganadora, en otros puede ser altamente contraproducente. Sin embargo, manifiestan Miklousic y Oesch, de lo que podemos estar seguros es que conociendo en las características de cada etapa, sabremos qué hacer en cada momento.
Las tres fases de la relación
Estos tres estadios del ligoteo, según el maquillado sátiro (que afirma haber obtenido su conocimiento, además de por su experiencia, por su lectura de grandes volúmenes de psicología social), son la fase de atracción, de confort y confianza, y por último, de seducción. Los investigadores señalan que todas estas nociones surgen del trabajo realizado durante los años setenta por Robert Trivers, y que en uno de sus artículos más célebres (Inversión parental y selección sexual) enunció la teoría de que debido a que las mujeres invierten mucho más en una relación de pareja que los hombres, sus exigencias son más altas. Así pues, ¿qué desean ellas de ellos? ¿Qué se espera de nosotros en cada una de estas fases? Y, más importante aún, ¿qué debemos evitar para no fracasar antes de tiempo?
•Atracción.
Siguiendo a Finkel y Baumeister, los investigadores definen esa fase como aquella en la que se produce
“la evaluación positiva individual de otra persona y el deseo de iniciar un contacto o establecer una intimidad sexual con ella”.
En otras palabras, aquí se establece el primer contacto, esencial para el posterior desarrollo de la relación, ya sea de manera directa o indirecta. Aquí, señalan los expertos, lo esencial es explicitar desde el primer instante nuestro interés, aunque pueda parecer una estrategia que pocos seguirían. Sin embargo, funciona más de lo esperado, indican, porque muchas mujeres valoran de forma positiva la valentía. Esta estrategia tiene su contrapartida, también útil pero más indirecta, en la que encajaría el clásico “¿tienes fuego?”. En ella, el contenido es irrelevante, pero ya se ha establecido contacto. Funciona menos a menudo, pero también es menos arriesgada.
•Confort y confianza.
Una vez se ha dado el primer paso, el más complicado, entran en escena los valores morales: la honestidad, la gratitud, la no-violencia y la facilidad del trato son valores considerados de manera muy positiva a la hora de establecer una relación. El atractivo físico o la simpatía no valen por sí mismos, sino que requieren de otros factores que estabilicen la relación y generan confianza. Aquí es donde entra en juego uno de los puntos más polémicos de las costumbres de la Comunidad, el kino, es decir, el contacto físico, que para ellos es imprescindible. Rozar el codo, agarrar la cintura, acariciar la cara… Es una forma de comenzar a estrechar la relación, algo que si no se realiza en la medida justa, puede conducirnos al fracaso o incluso a tener problemas de otra índole. Por eso, los expertos muestran ambigüedad ante tal punto, ya que consideran que tiene implicaciones morales difíciles de resolver.
•Seducción.
La última frontera, y que es imposible que se produzca sin haber concluido con éxito las dos etapas anteriores. Aquí es donde se enuncia la
“regla de las siete horas”,
que dice que las mujeres necesitan más tiempo que un hombre para terminar de establecer
“una conexión emocional e intelectual”
con el hombre, antes de meterse en la cama con él. Estas siete horas no se refieren al tiempo que ha de pasar entre el momento en que se conoce al hombre y el momento en el que se le da el visto bueno, sino en compañía del mismo, lo que explicaría esas sucesiones de citas que nunca se llegan a consumar, lo que popularmente se conoce como pagafantismo. Es en esta etapa en la que se producen las últimas revelaciones emocionales, así que si tu compañera confiesa uno de sus secretos más ocultos, probablemente sea porque estás marchando por buen camino. Enhorabuena.