viernes, 22 de febrero de 2013

Qué cambios hace el póquer en mi cerebro

Dusty Schmidt es un jugador profesional de póquer de gran prestigio, que ha ganado millones de dólares. Como bloguero no es muy activo. En 2013 solo ha escrito una entrada, pero en sus dos mil y pico palabras hace revelaciones apasionantes. Cuenta que lleva siete u ocho años jugando al póquer, lo que le ha producido algunos cambios en el cerebro, sutiles pero significativos, como ha podido comprobar gracias a varios estudios y escáneres cerebrales. Algunas de las modificaciones sufridas son muy positivas, pero otras son bastante malas. La peor es que si sigue jugando a ese ritmo, tiene altas probabilidades de morir antes de los 50.
Entre los efectos positivos del póquer, Dusty Schmidt asegura que ahora es capaz de leer y de procesar información a una velocidad tremenda. También puede iniciarse en alguna materia nueva, sin la menor experiencia, y alcanzar un nivel de comprensión cercano al de los expertos. Asimismo, su velocidad de pensamiento es superior, tanto que no puede expresar con palabras las ideas que brotan de su materia gris a la misma velocidad, aunque cuando trata de ponerlas por escrito sí sabe ordenarlas.

La parte negativa es lo que le preocupa. Siente que la ansiedad empieza a dominar su vida y que esa velocidad de pensamiento antes citada a veces le hace quedar bloqueado ante tareas más urgentes. Su relación de pareja también se ha deteriorado, sobre todo su capacidad de comunicarse con su mujer. Todavía es capaz de mantener una conversación interesante si se concentra, pero de otro modo confiesa que hablar con él es como hacerlo con una pared. No menos frustrantes son los efectos que ha tenido el póquer con sus hijos. Ya no sabe jugar con su hija como antes, debido a la ansiedad.
En febrero del año pasado, Scmidt fue al médico, algo que califica como un error, y le explicó lo que le sucedía. Le recetó un antidepresivo y en dos meses empezó a sentirse mucho mejor, pero después de tres o cuatro meses notó otros cambios. Volvió la ansiedad, pero como era verano, decidió dejar el póquer por un tiempo. Empezó a jugar al golf, a fumar y beber, una combinación explosiva con los medicamentos, ya que no menos de dos veces por semana acababa emborrachándose.
En otoño se puso en manos del psiquiatra. El doctor Daniel Amen, un profesional de renombre (ha hecho algún estudio sobre la NFL, la liga de fútbol americano y tiene más de veinte libros publicados, varios de ellos best sellers) hizo un par de escáneres de su cerebro, uno mientras Schmidt estaba relajado y otro en plena concentración.
Los análisis sirvieron para explicar por qué Dusty es capaz de jugar en muchas mesas a la vez en los niveles más altos, ya que había desarrollado unos patrones en su cerebro que le permitían funcionar a una velocidad muy alta, como en un circuito, y sin perder la precisión. Cuando tenía que hacer tareas fuera de ese circuito, sin embargo, podía llegar a bloquearse por completo.

Otro cambio significativo es que la parte del cerebro que te vuelve irritable estaba mucho menos activa cuando estaba activo que cuando descansaba, algo que según le dijeron es muy inusual. Pero la mala noticia de verdad vino después. Le anunciaron que si seguía jugando al póquer a ese ritmo, probablemente moriría de un derrame cerebral antes de los 50, porque el cerebro humano no está preparado para resistir más de ocho horas diarias jugando en varias mesas a la vez, una actividad muy nociva. No es tan malo como ser un jugador de la NFL, según el doctor Amen, pero se le acerca bastante.
Dusty Schmidt llega a la conclusión de que los jugadores de poker online, una actividad reciente, son conejillos de indias muy bien pagados que tarde o temprano pagarán la consecuencias del experimento. «Tengo los escáneres que lo prueban»,
asegura. Los cambios son sutiles y no afectan a cualquier jugador, insiste, pero quienes practican el póquer en muchas mesas a la vez deben tener cuidado.
«Amo Pokerstars»,
añade,
«Fueron mis primeros patrocinadores y es una de las mejores empresas sobre la Tierra. Pero lo siento, PokerStars: ser un Supernova Elite (nivel que se alcanza jugando miles y miles de manos) es malo para tu cerebro».

Dusty Schmidt es autor de los libros «Treat Your Poker Like a Business» y «Don't Listen to Phil Hellmuth☼.
Iba para jugador profesional de golf, pero a los 23 años un infarto frustró su carrera «al aire libre». El suyo es solo un caso, insuficiente para extraer conclusiones generales, pero abre un debate difícil de obviar.