miércoles, 22 de mayo de 2013

Ellas hacen más ejercicio físico que los hombres pero le sacan menos partido

Pocos investigadores serían capaces de mantener que los consabidos efectos positivos del ejercicio pueden actuar de manera diferente en ambos sexos, a pesar de que ya se sospechaba que no todos los metabolismos reaccionan igual al mismo volumen de actividad. Sin embargo, una reciente investigación que ha sido publicada en el número de la revista Metabolism se ha encontrado, por primera vez, con que los efectos de la actividad física pueden ser muy diferentes entre hombres y mujeres, algo que puede tener importantes consecuencias en la manera en que se afrontan problemáticas como la obesidad o la diabetes.

Los investigadores de la Universidad de Misuri que han realizado el estudio partieron de su preocupación por la escalada de pacientes que padecen diabetes de tipo 2 en Estados Unidos, y que ha aumentado de manera paralela al de la obesidad (que sufre alrededor de un tercio de la población de dicho país), por lo que afecta cada vez más a las capas más jóvenes de la sociedad. Para paliar la misma, una de las recomendaciones más habituales (junto a la de dejar de fumar o perder peso) se encontraba sin lugar a dudas la realización de ejercicio físico de manera regular y continuada, al menos entre media hora y una hora al día. Este nuevo estudio pone en tela de juicio tal afirmación.
Revisando viejas ideas
“Lo que esta investigación pone de manifiesto, al menos recurriendo a los resultados médicos, es que las ventajas que pensamos que el ejercicio va a proporcionar a cada individuo pueden no ser las mismas para personas de ambos sexos, especialmente aquellos que padecen diabetes de tipo 2”,
indicaba en la nota de prensa la investigadora principal del estudio, Jill Kanaley del Departamento de Nutrición y Ejercicio Fisiológico de la Universidad de Michigan.
“Es algo preocupante, porque la tasa de mortalidad entre pacientes con diabetes tipo 2 es muy alta, especialmente entre mujeres. Estamos intentando encontrar planes exitosos para este tipo de personas”.
La salvedad planteada por Kanaley indica que no hay por qué eliminar rápidamente el ejercicio de nuestro día a día pensando que sus efectos son inútiles, pero sí recordar que, en contra de lo que muchos habían pensado, la actividad física por sí misma no es suficiente para afrontar este tipo de dolencias, que por lo tanto deben ser complementadas con otro tipo de intervenciones como una vigilancia más estrecha de nuestra alimentación.
“Nuestro estudio muestra que determinados ejercicios pueden no ser suficientes para las mujeres, ya que nuestro programa de paseos no mostró una mejora positiva para ellas”.
La importancia del ejercicio aeróbico
¿Dónde se encuentra la principal diferencia entre ambos sexos? Según indica la investigación, en el ejercicio aeróbico, que es aquel que necesita de la respiración y el que más importancia tiene a la hora de quemar la grasa sobrante. Además, permite mejorar la función cardiovascular, facilitar la absorción de calcio por los huesos o aumentar la capacidad pulmonar. Los hombres analizados durante la investigación, que se basó en el seguimiento pormenorizado de un grupo de pacientes (75 hombres y mujeres obesos) durante un período de 16 semanas, sí mostraron dichos efectos en su salud, pero las mujeres no.
Es decir, las mujeres participantes en la investigación no vieron mejoradas sus funciones cardiovasculares, como la presión sanguínea o su frecuencia cardiaca. Por el contrario, los hombres mostraron los efectos esperados. Lo cual no quiere decir que las mujeres no obtengan beneficios del ejercicio, señala el grupo de científicos estadounidenses, sino simplemente que quizá necesiten dedicar un mayor tiempo a este tipo de actividad o una intensidad mayor en el mismo.
“Creemos, cuando mandamos a la gente a hacer ejercicio, que independientemente de su género, todos obtendrán los mismos resultados”.
Pero no es así.
Precauciones adicionales
Kanaley aprovecha la ocasión que le brinda su nuevo estudio para realizar una última advertencia, que se refiere al control de la presión sanguínea durante los momentos en los que se realiza el ejercicio, y sobre todo, el tiempo de recuperación que le sigue inmediatamente después.
“Mucha gente se centra en cómo la frecuencia cardiaca de cada persona aumenta, pero su tiempo de recuperación también debería ser monitorizado”,
indicaba Kanaley a este respecto. Lo alarmante, en este caso, es que también el tiempo de recuperación para las mujeres era mucho más alto que para los hombres. Inmediatamente después de concluir el ejercicio, la frecuencia cardiaca volvía a sus niveles habituales en el caso de los hombres, mientras que en el de las mujeres, esta recuperación tardaba mucho más.
Esto puede tener importantes consecuencias, ya que
“cuando se hace ejercicio, uno quiere que su presión sanguínea aumente, pero tampoco demasiado. Tu presión sanguínea debería volver a sus niveles habituales con rapidez”.
De hecho, aunque el deporte suele ser considerado como una de las mejores herramientas para luchar contra los problemas de hipertensión, se ha utilizado en repetidas ocasiones el concepto de sobreentrenamiento para calificar ese tipo de actividad física que da lugar a más consecuencias negativas que positivas, debido a un abuso del ejercicio que suele ir unido a la falta de descanso, una mala alimentación y, en ocasiones, un estado anímico bajo, que puede determinar de manera perjudicial la forma en que afrontamos el ejercicio.
Las consecuencias comienzan a manifestarse en forma de un cansancio constante, dolor muscular o fatiga, pero puede ocasionar consecuencias más graves y que no se perciben a simple vista. Estas son la debilitación del sistema inmunológico, la reducción de niveles de linfocitos y anticuerpos
–dos factores decisivos para el aumento del riesgo de sufrir una enfermedad–,
acumulación de ácido láctico, microrroturas musculares o disminución de niveles de glucógeno. La mayor parte de médicos aconsejan centrarse en el ejercicio aeróbico (principalmente, la carrera continua, aunque también nadar, bailar o deportes como el tenis o la natación), pero debido a que las mujeres no muestran mejoras en este sentido, corren el riesgo de caer en el sobreentrenamiento en su intento de obtener los mismos resultados.