viernes, 7 de febrero de 2014

Contra la grasa: la dieta de choque que promete curar la diabetes

La diabetes de tipo 2, cuya causa subyacente suele asociarse a la obesidad, podría ser reversible mediante una
“dieta de choque”.
Después de conseguir sorprendentes resultados en animales de laboratorio y, posteriormente, en un reducido grupo de humanos obesos con esta enfermedad, los científicos prevén ratificar científicamente sus conclusiones en un espectro de pacientes a gran escala.

El experimento, que consiste en reducir la ingesta diaria a 800 calorías al día, a base de verduras y preparados líquidos especiales, está siendo financiado por la organización británica Charity Diabetes UK con más de 2,4 millones de euros.
“Se trata del estudio más ambicioso y en el que más dinero hemos invertido. Si los resultados son positivos, tal como esperamos, el impacto sanitario será enorme”,
explicaba la directora de financiación de dicha organización, Anna Morris, en un comunicado de prensa esta semana.

En España, según los últimos informes de la Sociedad Española de Diabetes, la prevalencia de esta enfermedad es del 12% (no todos están diagnosticados). Una dolencia que, según los cálculos de diversas organizaciones internacionales se llevan alrededor de un 10% del presupuesto de los sistemas públicos de salud. De demostrarse las hipótesis de la investigación, la denominada dieta de choque contra la diabetes podría proporcionar un tratamiento clínico para los médicos.

Atacando a la grasa de determinados órganos
El responsable del estudio, Roy Taylor, que dirige el Centro de Resonancia Magnética de la Universidad de Newcastle, explicó que en las primeras pruebas habían logrado
"revertir la enfermedad y restaurar los niveles de insulina en los pacientes en un breve periodo de tiempo con una dieta de choque”.
Ahora, la segunda parte del estudio se centrará en monitorizar a los pacientes para comprobar posibles efectos secundarios y descartar hipotéticas fluctuaciones en los niveles de insulina de los voluntarios de la investigación.

El objetivo de este régimen especial consiste en disminuir los niveles de grasa en el hígado y el páncreas. Esto es porque en las personas sanas el hígado contiene alrededor de un 2% de grasa, mientras que en los obesos supera el 40% por lo que, según esta investigación, podría provocar en un alto porcentaje de casos el descenso de la producción de insulina, una hormona que se segrega en el páncreas para transportar la glucosa desde la sangre a las células.

La falta de insulina produce una subida de azúcar en sangre con una serie de posibles peligrosos efectos secundarios si no se trata adecuadamente, que pueden ir desde los ataques cardiacos, los accidentes cerebrovasculares, la demencia o la ceguera. La cirugía de derivación gástrica para perder peso radicalmente ya se había asociado con anterioridad a una cierta remisión de la diabetes tipo 2, pero sólo suele practicarse como último recursos debido a su peligrosidad.

¿Comemos veneno?
“Si se disminuye drásticamente el porcentaje de grasa localizada en el hígado, el páncreas podrá trabajar de nuevo al máximo rendimiento",
explica Taylor. Para comprobar que la dieta tiene efectos directos sobre este órgano determinado, los investigadores están utilizando imágenes de resonancia magnética de última generación.

Numerosas investigaciones han relacionado el auge del consumo de alimentos procesados con el repunte de enfermedades como la diabetes. Entre las últimas publicadas de este tipo destaca la llevada a cabo por el Instituto Francés de la Salud (Inserm). La principal conclusión de la extensa investigación, que consistió en analizar los hábitos de vida de más de 66.000 mujeres durante 14 años, fue que la carne es el alimento que más aumenta el riesgo de diabetes. Tanto es así que, si se come en exceso (más de tres o cuatro veces por semana), la ingesta elevada de verduras y frutas no compensa el desequilibrio nutricional que provoca, generando a la larga la incapacidad del cuerpo para producir insulina y, por tanto, un aumento de la glucosa.

La documentalista y periodista Marie-Monique Robin puso el foco en las hormonas sintéticas presentes en los fertilizantes y pesticidas que entran en contacto con la comida. Para Robin, cuyas investigaciones se han tenido en cuenta para desarrollar varias legislaciones europeas sobre uso de pesticidas y transgénicos, estas hormonas presentes en los alimentos
“son muy peligrosas para la salud y no suelen detectarse en los análisis toxicológicos, por lo que se invalida el principio de que la ‘dosis hace el veneno’”.
Su elevado consumo, según afirmaba en una entrevista, está relacionado el aumento de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y el cáncer.