viernes, 14 de febrero de 2014

El exceso de aerosoles en la atmósfera podría provocar un ‘invierno nuclear’

Aunque la concentración de gases de efecto invernadero sea la principal causa del calentamiento global, éste no es el único factor que interviene en el cambio climático.

También hay aerosoles, como el carbón negro y el mineral en polvo con alto contenido en hierro, que se comportan de manera similar a los gases de efecto invernadero, pudiendo contribuir a aumentar la temperatura del planeta.
Además, existen aerosoles (como las cenizas derivadas de una erupción volcánica o deun fuego intenso) que reflejan y dispersan hacia el exterior la luz solar, provocando un enfriamiento planetario, un 'invierno nuclear', que tendría diversos efectos negativos para el medio ambiente y para la salud humana.

El catedrático de Física de la Universidad de Valladolid Ángel M. de Frutos Baraja, director del grupo de Óptica Atmosférica en esta misma universidad, explica a Tendencias 21 las claves para entender las labores de caracterización que se están llevando a cabo a escala global sobre aerosoles atmosféricos, y en qué consiste concretamente el modelo del invierno nuclear.

Aerosoles y salud pública
Los aerosoles en cantidades elevadas se convierten en uno de los contaminantes más dañinos para la calidad del aire que se respira. A altas concentraciones durante periodos no muy largos de tiempo no causan efectos graves en los seres humanos pero, a largo plazo, está comprobado que impactan sobre la salud cardiopulmonar, aumentan la mortalidad y reducen la esperanza de vida.

Una partícula muy pequeña es capaz de penetrar muy adentro en el organismo, mientras que una partícula gruesa se quedará antes en el sistema respiratorio humano, por tanto, su influencia sobre la salud va a ser distinta.

Una persona sana, sin una patología grave no tiene por qué notarlo, sin embargo, para una persona que tenga un asma previa o enfermedades de otro tipo, el efecto puede llegar a ser notable.