miércoles, 5 de febrero de 2014

El sentimiento de impotencia hace que los objetos nos parezcan más pesados

Un equipo de científicos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) ha descubierto que las personas que se sienten impotentes ven el mundo de manera distinta: encuentran más pesadas las tareas físicas que los individuos que se sienten personal y socialmente poderosos.
Eun Hee Lee, un investigador que trabaja con el Dr. Simone Schnall en el Departamento Psicología de dicha Universidad, llevó a cabo una serie de pruebas en las que se preguntó disimuladamente a un grupo de participantes sobre su propio poder social.

Además, a los voluntarios se les pidió que levantaran cajas de pesos diversos, y que determinaran cuánto pesaban éstas. Los que se sentían impotentes percibieron que las cajas eran mucho más pesadas que los que se sentían más poderosos.

Este estudio constituye la primera demostración de que el poder - un constructo
"psicosocial"
relacionado con el control de los recursos- cambia la percepción de los objetos; es decir, que el sentimiento sobre la propia situación social en puede influir en la forma en que vemos nuestro entorno físico.

Posible causa
Los investigadores explican que la sobrestimación del peso podría responder a una estrategia adaptativa, frente a la falta de recursos: en una posición de impotencia, resultaría ventajoso tener un enfoque demasiado cauteloso del mundo, con el fin de preservar los recursos limitados existentes.

Experimentar algunos atributos del mundo (como el peso de los objetos) de
"forma exagerada"
cuando tenemos una sensación de impotencia podría ser, por tanto, un síntoma de un recurso instintivo de conservación.

El estudio se publica en el Journal of Experimental Psychology. Sobre él, dice Eun Hee Lee en un comunicado de la Universidad de Cambridge:
“Aunque se han realizado muchas investigaciones psicológicas sobre el poder, no se sabía cómo éste podía influir en las experiencias perceptivas reales de la vida cotidiana. Este estudio demuestra que la situación social de las personas -como el sentido de poder social o su ausencia- puede cambiar la manera en que se ve el entorno físico ".

Cómo se hizo
Para medir el sentido del propio poder social de los participantes, en el marco de la investigación, Lee y Schnall realizaron tres experimentos diferentes, todos ellos disfrazados de “historias” para que los voluntarios no fueran conscientes de lo que se analizaba en realidad.

En el primer experimento, se pidió a 145 participantes que clasificaran la intensidad con que sentían una serie de expresiones aplicadas a ellos, como
"yo puedo hacer que la gente escuche lo que digo".
 La finalidad era medir las creencias de cada uno de ellos acerca de su propio poder, en el contexto de las relaciones sociales.

A continuación, se pidió a los voluntarios que levantaran un número de cajas y que adivinaran su peso. Finalmente, se les hizo una prueba para evaluar su estado de ánimo. Se constató que cuanto menor era el sentimiento de poder social de los voluntarios, más pesadas les parecían a éstos las cajas.

En el segundo experimento, los investigadores manipularon la sensación de poder personal solicitando a 41 participantes que se colocaran bien en una postura expansiva y dominante
-con un codo en el brazo de su silla y el otro sobre una mesa situada al lado de ellos-
bien en una postura más restrictiva: con las manos metidas bajo los muslos y los hombros caídos.

Antes de esta manipulación, la mayoría de los participantes sobrestimaron el peso de las cajas presentadas. Sin embargo, después de la manipulación, los que estaban sentados con una postura de “poder” hicieron estimaciones más precisas del peso; mientras que los de la postura sumisa continuaron sobrestimando el peso de las cajas.

En el último experimento, se pidió a 68 participantes que recordaran una experiencia en la que se habían sentido bien poderosos bien impotentes, y luego que calculasen el peso de distintas cajas. Se les puso de excusa que se estaba analizando el efecto de la memoria autobiográfica en el ejercicio físico.

Aquéllos que recordaron un incidente en el que se habían sentido poderosos acertaron mejor el peso de las cajas, mientras que los que habían recordado una situación de impotencia lo sobrestimaron continuamente.

Otras influencias en la percepción
Estudios previos ya habían demostrado que diversos estados físicos y emocionales pueden influir en la percepción del entorno. Por ejemplo, en 2012, una investigación de la Universidad de Emory (Estados Unidos) y de la Birkbeck University of London, en el Reino Unido, reveló que el miedo puede sesgar nuestra percepción de los objetos cercanos, y provocar que veamos más corta de lo que en realidad es la distancia que nos separa de un peligro.

Ese mismo año, otro estudio de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, estableció un vínculo entre el asombro y la percepción del tiempo: demostró que ese sentimiento dilata la percepción del tiempo del que se dispone.

También la imaginación juega un papel en la percepción. Otra investigación más, en este caso del Karolinska Institutet de Suecia, constató en 2013 que lo que imaginamos que estamos oyendo o viendo puede cambiar realmente lo que percibimos.

Ahora se añade a esta lista el sentimiento de poder.
“Hemos descubierto que la personalidad, que determina la manera en que la gente interacciona con el mundo social, también conforma la manera en que la gente interacciona con el mundo físico”,
concluyen los científicos de Cambridge.