miércoles, 5 de febrero de 2014

El dolor puede apagarse epigenéticamente

Nuestra sensibilidad al dolor puede variar. Lo ha descubierto un equipo de investigadores cuyo trabajo se publica en
«Nature Communications»,
estudio que puede servir para diseñar nuevos tratamientos epigenéticos para el dolor.

Y todo ha sido posible gracias a los trabajos en gemelos, en este caso 25 pares de gemelos idénticos
–los gemelos idénticos comparten el 100% de los genes-
realizados por un equipo de investigadores delKing College de Londres, en Reino Unido: En concreto, los investigadores han descubierto la sensibilidad al dolor se altera por el entorno y el estilo de vida de una persona a lo largo de toda su existencia.

Mientras que la genética se ocupa del estudio de los genes, la epigenética estudia todos los factores externos que, si bien no llegan a afectar la secuencia de ADN de los genes, sí que pueden modificar su expresión. Y, gracias este trabajo los investigadores creen que sería posible mitigar el dolor
«inactivando o apagando»
ciertos genes implicadas en dicho proceso.

Porque, como explican los científicos, debido a que los gemelos idénticos comparten el 100% de sus genes, cualquier diferencia entre ellos se debe a su entorno o a los cambios epigenéticos que afectan a la función de los genes, lo que los convierte en las «cobayas» ideales para un estudio de este tipo.

Pero los gemelos voluntarios no fueron sometidos a estímulos dolorosos. Los benévolos investigadores, con el fin identificar los umbrales de sensibilidad al dolor, emplearon una sonda de calor en el brazo y los participantes debían presionar un botón cuando el calor se convertía en doloroso para ellos.

9 genes
El paso siguiente fue examinar más de cinco millones de marcas epigenéticas en todo el genoma y los compararon con otros 50 individuos no relacionados para confirmar sus resultados. Y los resultados revelaron grandes diferencias entre personas y mostraron las modificaciones químicas dentro de los nueve genes implicados en la sensibilidad al dolor que eran diferentes en uno de los gemelos, pero no en su hermano idéntico.

Los cambios químicos fueron más significativos dentro de un gen conocido de sensibilidad al dolor, TRPA1, ya usado como diana terapéutica en el desarrollo de analgésicos. Sin embargo, es la primera vez que TRPA1 ha demostrado la capacidad de ser conectado y desconectado epigenéticamente.

Tal y como explica la autora principal del estudio, Jordana Bell,
«averiguar cómo sucede esto podría tener implicaciones importantes contra el alivio del dolor. Se sabe que las personas más sensibles al dolor de la vida cotidiana son más propensas a desarrollar dolor crónico».

Este trabajo es solo una parte de un proyecto más amplio de la UE (ERC EpiTwin) en colaboración con el Instituto de Genómica de Pekín, que tiene como objetivo identificar el papel de los factores epigenéticos en numerosas enfermedades complejas comunes sobre una muestra de 5.000 gemelos.