lunes, 3 de febrero de 2014

Taylor Wilson, el físico nuclear adolescente al servicio de Obama

A los diez años se sabía de memoria todos los elementos de la tabla periódica. Para entonces, ya había asimilado la voluminosa bibliografía existente en internet sobre vehículos espaciales. A los once, su abuela le regaló un libro que le cambió la vida. No era La isla del tesoro, ni Robinson Crusoe, sino un ejemplar de The Radioactive Boy Scout: The True Story of a Boy and His Backyard Nuclear Reactor. Su protagonista era David Hahn, un joven que había intentado contruir un reactor nuclear casero. No lo consiguió, pero Taylor Wilson siguió su ejemplo. Tenía un sueño: fabricar una estrella para contenerla dentro de un frasco.
En 2008, la foto de un adolescente rubio, de 14 años, con aspecto de tímido, dio la vuelta al mundo. Wilson había logrado fabricar, en el garaje de su casa, un reactor nuclear de fusión en miniatura, que hoy se exhibe en el departamento de física de la Universidad de Nevada, donde el joven desembarcó pocos años después para convertirse en uno de los físicos nucleares más prometedores del mundo. Antes, se había formado en un instituto para superdotados, el Davidson Academy of Nevada.

El de Arkansas había comenzado el proyecto cuando tenía doce años. Él mismo lo ha explicado hasta la saciedad en los diversos foros a los que ha sido invitado desde entonces para impartir conferencias que suelen terminar con ovaciones cerradas, como ocurrió la primera vez que habló en TED, con 17 años:
"No alcanza el punto de equilibrio. No produce más energía que la que introduzco, pero aun así hace cosas impresionantes. Colisiona deuterio con deuterio, que es sólo hidrógeno con un neutrón extra. Es parecido a la reacción de la cadena de protones que sucede en el interior del sol. Y hago que colisione con tanta fuerza que el hidrógeno se fusiona y en el proceso genera ciertos subproductos".

Un detector de armas nucleares 'low cost'
Aquel reactor cambió su vida. En la actualidad, Wilson tiene 19 años y se ha convertido en piedra angular de la tecnología de defensa de Estados Unidos. En realidad, su artefacto casero era sólo un divertimento. En la mente de Wilson, convencido desde temprana edad de que la energía nuclear está llamada a cambiar el mundo, ya estaban definidos los proyectos que le llevarían, en 2011, primero a ganar el prestigioso certamen científico Intel International Science and Engineering Fair, con un premio de 50.000 dólares; y después a conocer al presidente de Estados Unidos.

Wilson lo había probado por su cuenta en una excursión, acompañado por sus padres (un embotellador en una fábrica de Coca-Cola y una maestra de yoga) a una zona de Alburquerque (Nuevo México) donde en 1957, por accidente, había caído una bomba de hidrógeno. Con su dispositivo casero, el joven logró recolectar 30 kilos de uranio.

El joven había desarrollado, también en el garaje de su casa, una tecnología que superaba los métodos que hasta entonces utilizaba el Gobierno estadounidense para detectar armas nucleares.
Para entonces, la cochera de los Wilson ya se había convertido en un laboratorio de física nuclear avanzado, regado de espectrómetros y contenedores de plomo donde guardaba materiales como torio, uranio, radio y yodo. Pronto su rudimentario dispositivo cristalizó en varios proyectos con viabilidad comercial. Además de un escaner low cost (apenas cuesta 300 dólares) para detectar armas nucleares y uranio enriquecido en los contenedores de los barcos de mercancías, también creó un sistema pionero para proyectar una imagen 3D de los explosivos con nitrógeno que pudieran encontrarse en equipajes y paquetes.

Lucha contra el terrorismo
Sus inventos no tardaron en llamar la atención del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que inmediatamente se ofreció para financiar la tecnología que el joven físico nuclear había concebido en su casa. Al principio, Wilson se negó. No porque sus principios no coincidiesen con la agenda política del Gobierno en la lucha contra el terrorismo, sino por un problema de patentes hoy por hoy solventado. En todo el mundo, sobre todo en Japón, existen empresas que trabajan en sistemas similares y que invierten millones de dólares al año en recursos de I+D.

Todo lo contrario, Wilson es un estadounidense ejemplar desde el punto de vista de su patriotismo y su compromiso en la guerra política contra el terrorismo internacional. Técnicamente, había fabricado una nueva generación de detectores Cherenkov, pero tan económicos que permitirían ahorrar al Gobierno millones de dólares. Desde entonces, sus proyectos se encuadran en la tendencia de las tecnologías contraterroristas. Su misión es concebir nuevos sistemas especializados en la prevención de atentados con armas nucleares, una de las mayores preocupaciones de Estados Unidos en su política internacional.

No obstante, el Estado no es su único padrino. También es el beneficiario de una beca de 100.000 dólares financiada por Peter Thiel, cofundador de PayPal. No es ninguna casualidad: el magnate de la tecnología también es fundador de Palantir, la startup especializada en minería de datos que trabaja estrechamente con la NSA, siendo esencial para la seguridad nacional. Hoy Wilson se ha convertido en una celebridad científica. No cuenta con la legión de fans de Justin Beaber, que tiene la misma edad que el estadounidense, pero sus seguidores forman parte de la élite de investigadores del mundo en el campo de la física nuclear.

De hecho, ya ha merecido el calificativo de Bill Gates de la energía.

Reactores nucleares en miniatura
Defensor a ultranza de las bondades de la energía nuclear como elemento disruptivo, el joven ha desarrollado también un sistema para mejorar los actuales sistemas de radioterapia en el tratamiento del cáncer. Sin embargo, algunas de sus opiniones han resultado polémicas. Tras el desastre nuclear de Fukushima, se esforzó por concienciar a la sociedad de que una catástrofe similar, debida según él a una concatenación de errores tecnológicos objetivos, no tendría por qué volver a ocurrir.

"Los reactores tenían cuarenta años de edad. Aun así, resistieron uno de los mayores terremotos de la historia. Lo que causó el desastre fue el tsunami, que colapsó su sistema de energía de respaldo. Yo no soy fan de los reactores viejos, pero los nuevos se pueden construir sin que exista riesgo",
dijo en el último Halifax International Security Forum, donde también defendió el fracking, la polémica técnica de prospección del subsuelo para buscar combustibles fósiles.

En la actualidad, busca fondos de capital riesgo que financien el desarrollo de una nueva generación de reactores nucleares más pequeños y seguros. Su estimación es que a partir del año 2050 la energía nuclear protagonice una revolución energética global y pretende que Estados Unidos la lidere. Desde la segunda mitad del siglo XX, los físicos nucleares se han convertido en objeto de deseo de las principales potencias del mundo. Igual que ocurrió con los científicos que hicieron posible las bombas de Hiroshima y Nagasaki, Wilson también trabaja para el Gobierno, pero en su caso para evitar que la historia se repita.