miércoles, 24 de julio de 2013

El dióxido de carbono podría ser una fuente de energía

Un nuevo método puede producir electricidad a partir de dióxido de carbono, según describen investigadores holandeses en un artículo en la revista Environmental Science & Technology Letters. El nuevo sistema utiliza el CO2 que expulsan las centrales generadoras de energía eléctrica y otras chimeneas como materia prima para la fabricación de electricidad.

El investigador principal, Bert Hamelers, y sus colegas explican que las estaciones que generan energía eléctrica liberan en todo el mundo unos 12.000 millones de toneladas de CO2 al año a partir de la combustión de carbón, petróleo y gas natural. Los generadores de calefacción comercial y para el hogar producen otros 11.000 millones de toneladas. El gas de la chimenea de una planta típica de carbón contiene aproximadamente un 10 por ciento de CO2, que para muchos científicos es responsable de un calentamiento global potencialmente catastrófico.

La tecnología consiste en una combinación de membranas y agua. En cada tanque de agua ponen en un lado una membrana que permite el paso a los iones con carga positiva y en el otro una distinta que permite el paso de los iones de carga negativa. Cuando se bombea dióxido de carbono a través del agua, se separa en iones de hidrógeno positivos e iones negativos de bicarbonato. Como las membranas separan los iones se produciría una corriente entre un lado y otro del tanque.

En concreto, Hamelers y los suyos calculan que se podría producir alrededor de 1.570 teravatios/hora de electricidad cada año si se utilizara el CO2 de las centrales eléctricas, industrias y residencias. Eso es alrededor de 400 veces la producción eléctrica anual de la Presa Hoover, la famosa presa de hormigón ubicada en el curso del río Colorado, en la frontera entre los estados de Arizona y Nevada, en Estados Unidos, o 6 veces el consumo eléctrico anual de España. Al igual que la presa y otras instalaciones hidroeléctricas, la cantidad adicional masiva de electricidad se produce sin añadir más CO2 a la atmósfera, señala Hamelers.

Aunque el sistema no reduce las emisiones por sí mismo, al producir más energía a partir de la misma cantidad de combustible, reduciría la necesidad total de quemar combustibles fósiles para generar energía. El siguiente paso consistiría en estudiar si el sistema puede ser llevado del laboratorio a ser aplicado a escala industrial a un precio que justifique la inversión a las empresas propietarias de las centrales.