sábado, 15 de enero de 2011

¿Cómo acabar con las especies invasoras? Cómaselas


Un grupo de conservacionistas marinos de Florida, en Estados Unidos, ha llegado a una receta muy sencilla a la par que práctica para acabar con la invasión del pez león rojo (Pterois volitans), una voraz especie alóctona que está acabando con la vida de los arrecifes: comérselos.
La organización de conservación del arrecife de Cayo Largo acaba de publicar «El libro de cocina pez león», una colección de 45 recetas en la que aseguran que esta especie invasora es un auténtico manjar. Se trata de la última estrategia del grupo para contrarrestar la expansión de este depredador en aguas de Florida.
«Es muy bueno comerse este pez. Es un manjar con un delicado sabor a carne blanca, muy mantecoso», manifestó a Reuters Lad Akins, director de proyectos especiales de la Fundación de Educación Ambiental de los Arrecifes (REEF).
Esta especie marina de enorme belleza e igualmente peligrosa es originaria del Pacífico Sur, del océano Índico y del Mar Rojo. Su «melena» de espinas venenosas le da su nombre, ya que recuerda a la melena de un león. Su picadura puede resultar mortal a los posibles depredadores. Y para el ser humano también es considerada peligrosa.
Se introdujeron por...
Con pocos depredadores naturales, esta especie invasora ha registrado una rápida expansión en las aguas del Caribe y el Atlántico. Devoran pescado, camarones, cangrejos y un largo etcétera de especies marinas.
De hecho, para algunos científicos se trata de una de las quince mayores amenazas que se ciernen en la actualidad sobre la biodiversidad.
Los investigadores del Gobierno de Estados Unidos creen que el pez león rojo fue introducido en las aguas de Florida durante el huracán Andrew en el año 1992, cuando se rompió un acuario y al menos seis peces de esta especie alóctona acabaron en la bahía Biscayne de Miami.
Su rápida expansión se debe a que, tal y como sucede con la mayoría de las especies invasoras, los ejemplares de pez león rojo no encuentran fácilmente depredadores al estar en un hábitat diferente al suyo. Su presencia pone en apuro a los autóctonos, que tienen ahora también que lidiar contra estos nuevos adversarios.