domingo, 9 de enero de 2011

Cuevas gigantes para albergar a los primeros humanos de Marte


En la Órbita de Reconocimiento de Marte, hay una nave espacial lanzada en 2005 para la observación detallada del Planeta Rojo, con el fin de examinar potenciales zonas de aterrizaje para futuras misiones en la superficie y realizar transmisiones para éstas.
Las imágenes tomadas en octubre y noviembre, dadas a conocer hace unas semanas, han arrojado datos de lo que, para algunos científicos, podría ser el emplazamiento ideal de la primera colonia en Marte.
Los investigadores consideran que existen buenas razones para situar bajo tierra el desembarco del hombre en Marte. Además de la mayor facilidad para regular la temperatura, el estar rodeado de roca ayuda a mantener la radiación al nivel mínimo.
Entre las primeras ideas para el proyecto colonizador, se ha señalado el cubrir el cráter al nivel del suelo con una superficie aislante, para posteriormente sellarla y llenar el interior con aire. La presión del aire dentro ayudaría a sostener el techo. Podrían cavarse habitaciones en las paredes del pozo para proporcionar más espacio y mejor protección contra las radiaciones, e incluso hacer uso de los yacimientos minerales.
Pozos de hasta 310 metros
Las fotografías muestran dos pozos de, aproximadamente, 180 metros y 310 metros de diámetro, respectivamente. Las imágenes han sido procesadas para revelar los detalles de la superficie dentro de cada cueva. La más pequeña de las dos fosas contiene rocas y sedimentos en sus paredes y una sedimentación de color brillante en el suelo.
Un estudio cuidadoso de las paredes y el suelo, así como de los terrenos que las rodean, podría ayudar a desentrañar la complicada serie de procesos que deben haber sido responsables de su formación y posterior modificación.
Los investigadores piensan que se trata probablemente de cráteres que se formaron al derrumbarse el techo de una cámara de vacío generada por la lava.
Fotos de gran resolución
La cámara HiRISE (High Resolution Imaging Science Experiment) está situada a bordo del explorador espacial. Con un peso de 65 kilos y un coste de 40 millones de dólares, consiste en un Telescopio reflector de 0,5 metros de diámetro, el más grande de cualquier misión interplanetaria. Permite fotografiar con una resolución por encima de los 0,3 metros, diferenciando objetos de un metro de diámetro.
«En comparación con la superficie circundante, el interior oscuro de los agujeros despedía calor en la noche pero se enfría durante el día», dijo Alfred McEwen, responsable de la cámara HiRISE.