jueves, 6 de enero de 2011

El asesino fotografiado por su víctima


En una de sus deliciosas obras titulada “Cabezahueca Wilson”, Mark Twain presentaba una curiosa técnica, la tanatografía, que resultaba decisiva para resolver un juicio al final de la trama. La tanatografía supuestamente recogía de las pupilas de un fallecido las últimas imágenes que había contemplado y presuntamente ayudaría a resolver un crimen si el difunto había sido asesinado.
Luego llegó la película “Imago mortis” y la peregrina técnica devino en excusa para hacernos pasar miedo. Pero en un trágico trasunto de aquella imaginaria tanatografía hoy tenemos la resolución de un asesinato esclarecido en cuanto a su autoría gracias a la última fotografía que realizó la víctima, segundos antes de morir, en la que aparece la persona que le disparó causándole la muerte. Y aún hay más. Reynaldo Dagsa realizó esta fotografía a sus familiares la pasada Nochevieja.
Fue su última fotografía pero también la prueba irrefutable contra Michael Gonzales, a quien vemos a la izquierda de la imagen sosteniendo el arma con la que instantes después disparó a Dagsa en el pecho y un brazo, acabando con su vida. Los familiares de este político filipino de 35 años facilitaron después del terrible suceso a la Policía las fotografías de la cámara con lo que rápidamente se pudo identificar al hombre que empuña el arma.
La tecnología en esta triste ocasión sirve para que el crimen no permanezca impune.