La idea no es revolucionaria.
No es de extrañar que Arthur C. Clarke, autor de «2001: Una odisea en el espacio», o escritores de ciencia-ficción como Peter F. Hamilton o Larry Niven, ya describieran sistemas similares. «Por una vía, bajo el mar, Nueva York-París en noventa minutos», cantaba Donald Fagen en 1982.
Pero, ¿cómo resuelve la ciencia esta idea ya tantas veces imaginada? El «ET3» (Evacuated Tube Transport Technologies) se basa en un conducto cerrado al vacío para que el aire no haga resistencia, con unos raíles magnéticos para evitar también la resistencia por fricción.
Viajes espaciales… por tierra
El eslogan de la compañía que está trabajando en este sistema lo describe así: «Viajes espaciales en la Tierra».
El proyecto, aún en su fase de desarrollo, encontrará soluciones a corto plazo para problemas físicos como la aceleración y las condiciones de transporte de personas. Más difícil de resolver serán los costes que implica el trazar una red de tubos bajo el océano para conectar diferentes continentes. Y todo ello con sus correspondientes medidas de seguridad para poder evacuar a los pasajeros en caso de algún fallo.
Según los prototipos presentados por la compañía, quedan por resolverse también cuestiones básicas para un viaje de hasta dos horas en las que el pasajero apenas podrá moverse o ir al servicio.
En trayectos cortos, los viajes se realizarían a 600 km/h. Madrid-Valencia, por ejemplo, en la mitad de tiempo del recién estrenado trayecto en AVE.
Las cápsulas pesan sólo 183 kilogramos, pero admiten una capacidad de carga de 367 kilogramos, unos cuatro pasajeros. Según los constructores, necesitarían una vigésima parte del material empleado para construir un tren de alta velocidad, o una cuarta parte del coste de una autopista.