sábado, 14 de mayo de 2011

Glencore juega con el hambre en el mundo. Y tu banco, ¿juega con Glencore?

Finalmente, los activistas han encontrado al villano que estaban buscando en el asunto de la especulación y los precios de los alimentos. Verles alinearse y prepararse para la batalla puede recordarle a alguno la escena de la caballería aérea en Apocalypse Now.
A lo largo de la montaña rusa en la que se han convertido los precios de los alimentos en los últimos años, uno de los asuntos más polémicos ha sido el papel de los especuladores financieros en la elevación de los precios o en la generación de mayores niveles de volatilidad. Algunos políticos (en especial los franceses, y si no vean la agenda del G20 de este año) han agarrado al vuelo la oportunidad de pintar a los sectores financieros como el malo de la película. Grupos de campaña como el World Development Movement también se han aupado a esta tesis. Desgraciadamente, lo cierto es que la mayor parte de la evidencia está lejos de ser concluyente. Homi Kharas, del Brookings Institute, lo pone de este modo:
"Casi todos los estudios serios llegan a la misma conclusión: la volatilidad inherente a los mercados alimentarios provoca especulación, no al contrario."
Del mismo modo, cuando el International Food Policy Research Institute analizó este asunto, sus conclusiones tampoco fueron tajantes: lo más lejos que llegaron es a afirmar que las actividades especulativas
"podrían haber tenido una influencia"
en la elevación de los precios. El consenso amplio entre los analistas independientes es que la especulación financiera puede haber añadido algo de 'espuma' al mercado, y posiblemente provocar una cierta volatilidad adicional en los márgenes, pero está muy lejos de ser el principal causante de la inflación de los precios de alimentos o de su volatilidad.
Si eres una ONG, estas noticias son decepcionantes, porque los especuladores y los intermediarios financieros constituyen un villano estupendo para una campaña. Pero ahora ha aparecido una novedad interesante.
Durante las últimas semanas, la firma comercializadora de materias primas Glencore, basada en Suiza, se ha estado preparando para una salida a bolsa a través de una oferta pública de acciones. Aunque es muy posible que usted no haya oído hablar nunca de esta compañía (tiene cierta alergia a la publicidad), se trata de uno de los grandes jugadores de este mercado. Con unos ingresos que el año pasado alcanzaron los 145.000 millones de dólares y una capitalación bursátil esperada de 73.000 millones de dólares tras esta oferta de acciones, Glencore se va a convertir en la oferta pública más importante que ha conocido la Bolsa de Londres, y una vez realizada la convertirá en una de las compañías más grandes del FTSE 100 [índice de la Bolsa de Londres].
Hace un par de semanas, Glencore reveló a UBS -uno de los bancos que avalaban su emisión de acciones- que había hecho una monumental apuesta especulativa sobre el incremento de los precios del trigo y del maíz durante las primeras fases de la sequía rusa del pasado verano (que, en muchos sentidos, fue el disparo de salida para el actual repunte de los precios, posterior a la crisis financiera).
¿Entonces?
Este es el punto clave, tal como lo expresaba el Financial Times en su edición del pasado 25 de abril:
"Mientras apostaba al alza de los precios, comerciales 'senior' de la compañía basada en Suiza urgían públicamente a Rusia para que impusiera un veto a las exportaciones de grano. Moscú reaccionó pocos días después, desencadenando una 'carrera de grano'."
Si esto es cierto, entonces la historia es completamente diferente. Porque es posible que existan dudas sobre el efecto de la especulación en la inflación o los picos de precios, pero nadie tiene ninguna duda de lo dañinas que resultan las restricciones de exportaciones. En el peor momento de la escalada de 2008, los vetos de exportaciones fueron el factor que convirtió la incomodidad general en simple pánico, enviando los precios a alturas récord en un verdadero círculo vicioso. Y el veto ruso a las exportaciones durante el último verano prendió fuego a la mecha de la nueva escalada de precios, que han alcanzado nuevos récords y han aplastado por el camino a cerca de mil millones de personas en todo el mundo.
Entonces, ¿son culpables? Este es el párrafo clave de una nota publicada por Glencore el pasado 3 de agosto:
"En nuestra opinión, el gobierno [ruso] tiene todas las razones para detener todas las exportaciones".
¿Es eso "urgir", como sugiere el FT? No creo que sea una acusación poco razonable. Glencore es un actor muy importante en los mercados de materias primas. Sus análisis son escuchados y utilizados como base para moverse en los mercados, incluso por los gobiernos. Y el hecho de que hasta ahora no hayan hecho pública su posición a largo plazo sobre el trigo en aquel momento resulta sospechoso en el mejor de los casos. En el peor, parece una manipulación directa de los mercados cuya factura la pagan las poblaciones hambrientas. Glencore dice ahora que la nota era solo la visión personal de su autor, no una posición formal de la compañía. También arguye que los vetos a las exportaciones de Rusia
"no ayudaron particularmente a su negocio",
ya que el grano que habían comprado se quedó estancado por el embargo, lo que les obligaba a comprar grano en alguna otra parte, a precios más altos, para cumplir sus obligaciones.
Pero es poco probable que argumentos como estos pesen mucho ante los activistas (y nótese que la respuesta de Glencore no dice que de hecho perdiesen dinero). Y con Glencore a punto de ponerse bajo el foco debido a su salido a bolsa, y la especulación y la restricción de exportaciones en la agenda del G20 durante 2011, es difícil pensar que haya pocas oportunidades de campaña...