sábado, 28 de mayo de 2011

¿Sabías que el oro es verde?

Si cortamos un trozo de oro en trozos más pequeños, estos seguirán teniendo las mismas propiedades del oro: su típico color amarillo, su mismo punto de fusión..., pero si los continuamos dividiendo en partículas cada vez más pequeñas, cuando lleguen a ser tan ínfimas que comiencen a tener un tamaño nanométrico (la millonésima parte del milímetro), sus propiedades empezarán a comportarse de forma distinta.
Por ejemplo, el color cambiará, será anaranjado cuando las partículas tengan un diámetro cercano a 100 nanómetros o verde cuando el diámetro se reduzca a 50 nanómetros. Por lo tanto, en la escala nanométrica, las propiedades de un material no sólo dependen de su composición, sino que dependen igualmente de su tamaño, y también de su forma.
Esta dependencia entre el tamaño de los materiales y sus propiedades nos ha abierto un universo de posibilidades de nuevos usos para los objetos de tamaño nanométrico, produciendo un gran impacto en la ciencia y la industria. Por ejemplo, actualmente se utilizan partículas de tamaño nanométrico en medicina para detectar enfermedades, en automoción para que las capas de pintura sean más resistentes al rayado o en la industria deportiva para fabricar las raquetas de tenis más duras y ligeras.
Mientras, en la industria informática se fabrican pantallas de ordenador que consumen menos energía y ofrecen mayor resolución (tecnología OLED), discos duros con mayor capacidad de almacenamiento, baterías de larga vida o transistores de última generación.
El nexo común a todos estos nuevos inventos es la utilización de materiales de tamaño nanométrico y sus propiedades.