domingo, 15 de mayo de 2011

Las claves de la construcción antisísmica

Las soluciones para evitar el derrumbe de las casa van desde estructuras flexibles y el uso de madera hasta complejos amortiguadores en el terreno. El problema siguen siendo los viejos bloques rígidos.

Tras el seismo en Lorca, la pregunta era inevitable, ¿los edificios estaban preparados? Las protagonistas de los derrumbes son estructuras antiguas, anteriores a la existencia de las primeras normativas sismoresistentes y la respuesta, unánime: en España los edificios cumplen a rajatabla la norma, que supone un grado de riesgo mínimo en toda la península a excepción de Levante o Granada.
«La zona en la que estamos es de espacial consideración a nivel estructural», asegura Manuel Camacho, decano del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de Murcia, quien puntualiza que
«lo que han fallado son los cerramientos, los alicatados, que han caído con resultados fatales. No es un problema de materiales ni de la estructura».
Lo importante desde el punto de vista estructural es que el edificio aguante, que no se «colapse» y caiga.
Es la parte sujeta a estricta normativa desde finales de los 60.
Independientemente de los materiales usados,
«de lo más variado como hormigón, el más empleado, acero o madera»,
explica Ramón Argüelles, catedrático de la Real Academia de Ingeniería, la estructura debe ser flexible y aguantar los embestidas laterales con el objetivo final de que no ceda.
«La tendencia en zonas de gran actividad sísmica como Italia, es reducir los daños que permitan no tener que derruir el edificio tras el terremoto»
asegura Gian Michele Calvi,director del Centro europeo para la formación y la investigación en Ingeniería Sísmica.
Más madera
Estamos lejos de los nueve grados en la escala Ritzer de Japón por lo que medidas tecnológicamente avanzadas no tienen sentido
«porque encarecerían la construcción de manera exponencial»,
explica Javier Gracia Rodríguez, doctor arquitecto del departamento de estructuras de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra. No hay que olvidar que los criterios para edificios singulares como hospitales son distintas y que el precio respecto a obra nueva convencional es sólo «del 1,5 por ciento», asegura Calvi. Tras el terremoto de L’Aquila, hace dos años, se han construido 185 bloques con estructuras aislantes en el terreno:
«la idea fue interponer entre el edificio y el terreno sistemas de absorción para que el terreno se mueva y el edificio, no. Como las gomas inferiores de la lavadora que impiden que ésta se mueva, pero al revés»,
detalla Calvi.
Soluciones ordinarias, aplicables a edificios de nueva planta como elegir el emplazamiento; los rellenos arcillosos dan lugar a mayores esfuerzos horizontales. No es conveniente que el bloque sea muy rígido (unión de vigas y soportes) para que pueda disipar la energía. En las construcciones ligeras se generan menos esfuerzos y las consecuencias son menos graves. Si pensamos en estructuras más antiguas es más que seguro que la mayor parte de ellas no cumplan esta norma y otras tantas, no sólo sísmicas. Para ellos, no hay que asustarse, existen opciones que implican refuerzo, aunque aquí el coste ya no es del 1,5 por ciento.
Otra solución interesante son las estructuras de madera, flexible y absorbente, aunque la construcción en altura sigue siendo un poco mito. Isabel Saiz de Arce, arquitecta especializada en estructuras señala algo interesante que si bien en España podemos permitirnos mayor rigidez en las estructuras por nuestro escaso índice de peligrosidad,
«se tiende a obviar que los edificios deben ser vivos»
y que ver una grieta puede ser la mejor manera de que ellos comuniquen su estado de salud.